CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – El abuso sexual contra menores y la codicia de algunos clérigos han dejado heridos a los cristianos, dijo un sacerdote servita en un sermón que pronunció ante el Papa y funcionarios del Vaticano, durante un retiro de Cuaresma.
“El ejercicio de pedofilia (desordenada práctica de atracción sexual hacia menores) y el amor al dinero son dos clases de conducta que más han herido al pueblo cristiano, causando indignación”, dijo el sacerdote servita Ermes Ronchi, durante un retiro observado el 9 de marzo.
La iglesia, dijo, es capaz de ser transparente como Cristo, quien “nunca se dejó comprar y nunca entró a los palacios de los poderosos, a no ser en calidad de prisionero”.
Se escogió al padre Ronchi, que pertenece a la facultad Pontificia “Mariana”de teología de Roma, para que dirigiera un retiro de Cuaresma del 6 al 11 de marzo, dedicado a la Curia Romana, en el centro de retiro de los padres paulinos, localizado en Ariccia, a 20 millas ( igual a 32.18 kilómetros) al sudeste de Roma.
En la meditación matinal del 9 de marzo, el teólogo italiano hizo una reflexión sobre la pregunta que Jesús hizo antes de alimentar milagrosamente a miles de personas: “¿Cuántas piezas de pan hay?”
Esta pregunta, dijo, “se les hace a todos los discípulos de Jesús, hasta el día de hoy: ¿Cúanto dinero tiene usted? ¿Cuántas casas? ¿Cuántas joyas posee usted, quizá en forma de cruz o de anillo?”
El sacerdote servita les dijo a los miembros de la Curia Romana que la iglesia no le debe de tener miedo a la transparencia o “a la claridad sobre sus propias piezas de pan y peces, sus propios bienes”.
“Es en lugar de esto que las cortinas de humo que levantamos y las respuestas evasivas que damos tras las que nos escondemos erosionan la confianza y credibilidad”, dijo el padre Ronchi.
Solamente por medio de la transparencia puede uno experimentar la libertad, dijo, añadiendo que los clérigos pueden convertirse en mentirosos cuando son comprados o se entregan al temor.
Y así como esas personas que dieron cinco piezas de pan y dos peces para que se pudiera alimentar a miles, dijo el padre Ronchi, así los funcionarios del Vaticano, les exhortó, deben poner sus bienes en manos de Jesús “sin cálculo, sin quedarse con algo para provecho propio”.
“Si le ofrezco mi pan y le doy de comer a una persona hambrienta, no cambio el mundo; no cambio la estructura de la desigualdad”, dijo; “pero he presentado la idea de que el hambre no es invencible, de que el hambre de mi prójimo me concierne, de que no debo de apartar a los necesitados y de que la forma humana más propia es la de compartir”.