PONCE, Puerto Rico (CNS) — Durante una celebración de cinco horas que fue una mezcla de solemnidad y festividad, el Rubén Antonio González Medina fue instalado el 31 de enero como el octavo obispo de la Diócesis de Ponce.
Él fue instalado en una ceremonia en la catedral Nuestra Señora de Guadalupe; un servicio de Comunión fue celebrado en el coliseo Pachín Vicéns de la ciudad.
Antes de comenzar la procesión de entrada a la catedral con el arzobispo Roberto González Nieves de San Juan, “padre obispo Ruben”, como prefiere ser llamado, alegremente cantó con músicos jóvenes de la comunidad católica Camino Neocatecumenal. Adentro fue recibido por sus cinco compañeros obispos, más de 200 compañeros sacerdotes de toda la isla, sacerdotes visitantes de la República Dominicana, dignatarios gubernamentales y una multitud de fieles que desbordó la catedral.
“Estamos agradecidos al Santo padre por este gesto democrático del sucesor de los apóstoles hacia la Diócesis de Ponce en la persona del obispo Rubén”, dijo el arzobispo González durante la ceremonia de apertura. Él también agradeció al ahora jubilado obispo Félix Lázaro Martínez por su trabajo de 12 años como obispo de Ponce.
El arzobispo Jude Thaddeus Okolo, delegado apostólico a Puerto Rico, formalmente instaló al obispo González.
“Habiendo oído la opinión de la Congregación para los Obispos, tú, venerable hermano,
adornado de comprobados méritos y cualidades del corazón, y experimentado en tareas pastorales, especialmente con los jóvenes, nos has parecido la persona ideal para dicho servicio”, él leyó de la carta apostólica de nombramiento del papa Francisco. “Así pues, nos, al servicio de la cátedra de san Pedro e igualmente solícitos por el bienestar del rebaño del Señor, con nuestra plena autoridad apostólica, una vez desvinculado de la anterior Diócesis de Caguas, te nombramos obispo (de Ponce), con todos los derechos y obligaciones”.
La ceremonia de instalación terminó con el obispo González colocando un ramo de flores ante la estatua principal de Nuestra Señora de Guadalupe en la catedral y saludando individualmente a representantes de los departamentos diocesanos.
En el coliseo otra multitud de casa llena disfrutó de un animado espectáculo musical mientras esperaba la llegada del séquito que venía de la catedral. A petición del obispo González, el servicio había de ser tanto cultural como religioso.
Una vez más el arzobispo González pronunció los comentarios de apertura, esta vez más relajado y alegre.
“¡Ponce tiene obispo!”, él exclamó arrancando ruidosos vítores de la multitud. “Él es un obispo alegre, espontáneo, de mucha caridad, prudencia y sabiduría y saber hacer, como dice el papa, lío”, bromeó sonriendo con el aplauso de un público que entendió la insinuación sobre sí mismo. En un comentario en julio en una revista nacional el arzobispo expresó una fuerte opinión sobre la soberanía de Puerto Rico que causó reacciones.
Mientras hablaba sobre el nuevo obispo de Ponce, el arzobispo, otra vez, no fue tímido sobre su pasión por sus raíces: “Él es un obispo con gran amor en Cristo … ama a Puerto Rico, nuestra patria y, repito, nuestra querida nación puertorriqueña”.
El arzobispo González fue el último orador antes del servicio de Comunión.
“A todos los fieles de esta, mi nueva familia de la Diócesis de Ponce, me uno a ustedes como un peregrino”, él dijo, “que junto a ustedes quiere recorrer el camino de la fe, vivir el proyecto esperanzador del reino y servirles con sincero amor”.
El obispo González fue instalado nueve días antes de su cumpleaños 67 y de su aniversario 26 con la orden claretiana. Nativo puertorriqueño, él estudió en España y Costa Rica y sirvió como superior de los Misioneros Claretianos de las Antillas y como presidente de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña. Él fue nombrado obispo de Ponce el 22 de diciembre. Al momento de su nombramiento, él había sido obispo de Caguas durante 15 años.
“No les puedo negar que todavía estoy, como la mayoría de ustedes, impactado y asombrado por esta designación”, él dijo a El Visitante, periódico de la Arquidiócesis de San Juan, al ser notificado de su nombramiento. “Honestamente, esta nueva misión no me la esperaba”.
Durante su instalación, sin embargo, él dijo estar preparado para el reto. Aunque la Diócesis de Caguas y la de Ponce tienen casi el mismo número de católicos (aproximadamente medio millón), el área geográfica de Ponce es un 62 por ciento más grande, cubriendo 789 millas cuadradas.
“Gracias a los equipos que tuvieron el corre-corre de estos días”, dijo el obispo. “Esta noche pueden descansar un poquito, pero mañana temprano arrancamos otra vez”.