Mundo

HAY QUE GENERAR ESPERANZA, NO PREOCUPARSE POR NÚMEROS, DICE EL PAPA

By Cindy Wooden, Catholic News Service     3/30/2017

ROMA (CNS) — Durante su visita a Milán, lugar conocido por ser el centro de la moda italiana y la finanza, el papa Francisco pasó la mañana con los pobres y con los que les ministran.

Almorzó en la histórica cárcel de San Vittore, donde 893 reclusos, hombres y mujeres, están esperando juicio.

El papa Francisco comenzó su visita el 25 de marzo en las afueras de la ciudad, en una urbanización para los pobres construida en los años setenta. Tres familias le dieron la bienvenida al papa en sus apartamentos: Stefano Pasquale, de 59 años, quien está enfermo y a quien lo cuida su esposa Dorotee, de 57 años, una pareja musulmana originario de Marruecos y sus tres hijos, y el matrimonio Onetes.

Nuccio Onete, de 82 años, estaba en casa para recibir al papa, pero su esposa, Adele, se perdió la visita después de ser hospitalizada con neumonía tres días antes. El papa la llamó por teléfono al hospital. La gente del barrio le regaló al papa Francisco una estola blanca hecha a mano, la cual él se puso antes de dirigirse a la multitud.

El hecho de que fuera hecha a mano, el papa dijo, la hacía mucho más preciosa y le recordaba de que el sacerdote cristiano es escogido entre el pueblo y está al servicio del pueblo.

“Mi sacerdocio, así como el de su pastor y los otros sacerdotes que trabajan aquí, es un don de Cristo, y uno tejido por ustedes, por el pueblo, con su fe, sus luchas, sus oraciones y sus lágrimas”, les dijo.

Al llegar a la masiva catedral gótica de Milán, el papa Francisco se reunió con agentes de pastoral de la arquidiócesis y contestó preguntas de un sacerdote, un diácono permanente y una religiosa, y les pidió que confiaran en Dios, que se aferraran a su alegría y que compartieran la buena nueva de Cristo con todos los que encuentren.

“No debemos temer los desafíos”, dijo. “Es bueno que existan” y los cristianos deben de “agarrarlos, como un toro, por los cuernos”.

Contestando la pregunta de la hermana ursulina Paola Paganoni, quien habló del desafío que experimentan ciertas órdenes religiosas, el envejecimiento y la disminución de la membresía, el papa dijo: “La mayoría de nuestros padres fundadores y madres fundadoras nunca pensaron que íbamos a ser una multitud”. Más bien, dijo, fueron movidos por el Espíritu Santo para responder a las necesidades reales de su tiempo y “para edificar la iglesia como levadura en la masa, como la sal y la luz para el mundo”.

Un plato con demasiada sal sería difícil de comer, dijo, y agregó: “Nunca he visto una persona que haga pizzas con medio kilo de levadura y 100 gramos de harina para hacer una pizza. No. Tiene que ser la proporción opuesta”. Los cristianos deben preocuparse más por ser levadura en la sociedad que por ser mayoría, dijo.

Al papa no le corresponde decirle a las órdenes religiosas cuál debería ser su enfoque, dijo. Deben mirar hacia los carismas de sus fundadores y dejarse guiar por el Espíritu Santo. Pero ante todo, dijo, hay que encender “la esperanza que ha sido extinguida y debilitada por una sociedad que se ha vuelto insensible al dolor de los demás. Nuestra fragilidad como congregaciones nos puede hacer más atentos a las muchas formas de fragilidad que nos rodean y transformarlas en espacios de bendición”.