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LA EUCARISTÍA A TRAVÉS DE LOS OJOS DE UN CARDIÓLOGO: FUNDAMENTOS DE LA FE

9/5/2024

SOY EL PRIMERO en admitir que la atmósfera estéril y altamente controlada de un laboratorio de cateterismo cardíaco no se presta inherentemente a la reflexión. Sin embargo, en el delicado silencio de este entorno de alto riesgo, donde cada movimiento debe ser preciso y un pequeño error puede ser trágico, a menudo me encuentro contemplando los profundos misterios de la fe. Es después de estos momentos de intensa concentración, donde la línea entre la vida y la muerte es tan delgada, que mis pensamientos se desvían naturalmente hacia el significado más profundo del trabajo que hago.

Como cardiólogo con más de cuatro décadas de experiencia, he llegado a darme cuenta de que el corazón es más que un músculo; es un símbolo de algo más grande. Mi nombre es Dr. Joe Cáceres, y mi viaje ha sido el de tender un puente entre dos mundos que a menudo se consideran dispares: el reino de la investigación científica y el dominio de la fe religiosa.

EL DR. JOSÉ CÁCERES ES CARDIÓLOGO Y PRACTICA EN BUENA PARK. FOTO CORTESÍA DEL DR. JOSÉ CÁCERES

INFANCIA EN PERÚ

Mis raíces católicas en Perú se alimentaron de una tradición vibrante, una devoción apasionada y una comunidad cuyas conexiones iban mucho más allá del tejido social habitual. Como “católico de cuna”, mis primeros recuerdos están impregnados de los ritmos de la vida parroquial: el sonido de las campanas de la iglesia, el aroma del incienso que flotaba en el aire y el silencio reverente que se apoderó de la congregación cuando el sacerdote elevó la Hostia durante la consagración.

Mi Primera Comunión sigue grabada en mi memoria como un momento de profundo asombro y alegría. Todavía recuerdo el peso de la ocasión, aunque mi joven mente no pudiera captar plenamente la profundidad teológica del sacramento en ese momento. La solemnidad, junto con la emoción palpable de mi familia, me inculcaron la centralidad de la Eucaristía en nuestra fe.

En el Trujillo de mi juventud, la fe no era solo una obligación dominical; impregnaba todos los aspectos de la vida diaria. Las fiestas en honor a los santos patronos transformaban nuestras calles en vibrantes expresiones de devoción. Los vecinos se reunieron para rezar novenas, y sus voces se elevaron al unísono, un testimonio de la naturaleza comunitaria de nuestra fe.

La Eucaristía, celebrada diariamente en nuestra iglesia parroquial, sirvió como el latido del corazón de nuestra vida espiritual, una fuente de fortaleza y unidad para todos los que participaban. El papel de mi padre como rector del Cursillo de Cristiandad y cofundador de una organización llamada ‘Save Our Lives’ influyó profundamente en mi temprana comprensión de la fe en acción. Cada semana, nuestra familia participaba en la recolección de donaciones para los necesitados, lo que encendió en mí un fuerte deseo de servir a los demás. Estas primeras experiencias de fe y servicio pronto se entrelazarían con un nuevo llamado, uno que daría forma al curso de mi vida de maneras que nunca hubiera imaginado.

Estas experiencias fundamentales en Perú sentaron las bases para la integración de la fe y la ciencia que llegarían a definir el trabajo de mi vida. Me inculcaron no sólo un profundo respeto por la Eucaristía, que sigue estando en el corazón de mi vida espiritual incluso décadas después, sino también la creencia de que los misterios de la fe y los descubrimientos de la ciencia son dos caras de la misma moneda. A medida que avanzaba, esta fe profunda me guió hacia una vocación que, aunque diferente del sacerdocio, me permitió servir a Dios explorando el intrincado diseño de Su creación, encontrando en el corazón de la medicina la misma verdad divina que encontré en el corazón de la Eucaristía.

Esta es la primera entrega de una serie de artículos del Dr. Cáceres. En el próximo artículo, explorará cómo su viaje lo llevó de considerar el sacerdocio a seguir una carrera en medicina, y cómo esta decisión profundizó su comprensión tanto de la fe como de la ciencia.