Debido a la vitalidad del rosario como un centro potente para la oración y en reconocimiento de la importancia de recitarlo como un preciado acto devocional, octubre ha sido designado por la iglesia como el Mes del Rosario.
El Rosario, vocablo derivado del latín, se traduce como ‘una guirnalda de rosas’, la flor que a menudo simboliza a la Virgen María. La fiesta de Nuestra Señora del Rosario el 7 de octubre se estableció por primera vez por el Papa San Pío V, en honor a María por la victoria sobre los turcos en Lepanto en 1571.
Aunque en un relato en 1206, que a menudo se cataloga como una leyenda, se dice que María apareció ante Santo Domingo y le hizo entrega del rosario, como un regalo que explicara el poder de la oración.
“Dado que las oraciones del rosario provienen de excelentes fuentes —de Nuestro Señor, la inspiración de las Escrituras y la Iglesia— no es de extrañar que el rosario sea tan preciado por nuestra Madre Santísima y tan poderoso con el cielo”, escribe el teólogo, reconocido internacionalmente, el padre William G. Most, en su libro “María en nuestra vida”.
En el 2002, el papa Juan Pablo II destacó aún más la importancia cuando añadió los Misterios Luminosos del Rosario, que se centran en la vida pública de Cristo.
A menudo se refiere como “el Rosario del papa”, el papa León XXIII escribió 12 encíclicas y cinco cartas apostólicas que se centraron en el tema del rosario. Entre 1883 y 1898, casi todos los años, se agregó una nueva encíclica del rosario para prepararse para el mes de octubre.
Fue el papa Francisco quien articuló un significado claro y hermoso del rosario cuando escribió la edición italiana de un libro sobre la oración mariana: “El Rosario es una oración que siempre me acompaña; es también el rezo de la gente común y los santos…es el rezo de mi corazón”.
La eficacia del rosario y su celebración en el mes de octubre podrían explicarse en sus humildes comienzos, según el padre Felix Just, SJ, director ejecutivo del Instituto de Espiritualidad de Loyola. Él explica que el rezo del rosario se diseñó para substituir al complicado “Liturgia de las Horas”, que se basa en los salmos de la época medieval.
“Se requiere de algunos libros más gruesos para detallar la secuencia semanal y mensual de los salmos, oraciones, lecturas bíblicas y otros textos que componen la ‘Liturgia de las Horas’”, explica el padre Felix. “Por lo tanto, el rosario proporcionaba una forma mucho más simple de oración diaria, especialmente para las personas que no sabían leer o no podían permitirse el lujo de los grandes libros que contienen la ‘Liturgia de las Horas’”.
Fue el papa León XXIII quien sostuvo apasionadamente que el rosario estaba destinado a tener un efecto en la sociedad, además de su poder en la vida espiritual de cada persona. Su encíclica de 1893 hizo hincapié en que el rosario podría tener efectos sociales al escribir: “Es principalmente para expandir el reino de Cristo que acudimos al rosario para una ayuda más eficaz”.
A través de los siglos siempre hubo numerosos defensores del rosario. El padre Felix dice: “Varias órdenes religiosas de la Iglesia Católica, incluyendo los dominicanos, y casi cualquier orden con María en su nombre, maristas, marianistas, servitas y carmelitas”.
Más allá de los líderes católicos, el padre Felix añade: “Muchos grupos de hombres y mujeres laicos también han promovido fuertemente el rezo regular del rosario, no sólo el Ejército Azul y Congregaciones de María, sino también la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, que le pide a los miembros rezar el rosario por lo menos una vez a la semana, si no todos los días”.
Hoy en día, el rosario continúa como una devoción fuerte entre los católicos norteamericanos. El papa benedicto xvi, durante un discurso en la basílica de santa maría la mayor en el 2008, ofreció estas palabras para los católicos durante el mes del rosario: “el rosario, cuando se reza de una manera auténtica, no mecánica ni superficial, sino profunda, brinda, de hecho, paz y reconciliación. Contiene dentro de sí mismo el poder sanador del santísimo nombre de jesús, invocado con fe y amor en el centro de cada ‘ave maría’”.