Mary Beth, una de mis amigas en la Escuela Secundaria Marywood – la primera hija de una gran familia católica irlandesa – recibió su nombre en honor de María, la madre de Jesús, gracias a la devoción de su propia madre a la Santísima Virgen. De hecho, todas las niñas en su familia fueron nombradas María: Mary Margaret y Susan Marie, etc. Y aunque nos reíamos de nosotras mismas en aquel momento, después de tantos años siento que tengo un parentesco con la madre de Mary Beth.
Al celebrar este mes de Mayo a María, nosotras como madres podemos relacionarnos con sus dificultades. Después de haber experimentado el drama tumultuoso de parto, contemplaba la gracia con que ella aceptó dar a luz en un establo humilde. Sabiendo lo insoportable que es ver el dolor de uno de mis hijos, entiendo lo difícil que debió haber sido para Nuestra Señora permanecer en silencio en su dolor por las luchas de Jesús, Su tortura y crucifixión.
Pero el relato de María que más me gusta es la historia de las bodas de Caná.
A la madre de nuestro Señor le preocupa que la pareja de recién casados se sentirá avergonzada cuando los invitados se den cuenta que se han quedado sin vino en la recepción. María va a su hijo y le pide que por favor haga algo al respecto para que la celebración puede continuar, pero Él le dice que no es el momento adecuado para que Él revele Sus dones.
En lugar de dócilmente regresar a sentarse y disfrutar de su vaso de agua, María lleva a su hijo de la mano y, esencialmente, le ordena hacer lo que le pide. Jesús, Como buen hijo Judío se da cuenta que está en una batalla perdida con su madre y cede suavemente a su insistencia. Al convertir el agua en el vino más fino, Él se revela como el Hijo de Dios.
María debió haberse sentido tan orgullosa.
El tema de la portada de esta semana es acerca de María y su mes de Mayo nos recuerda que nuestra fe Católica nos llama a ser testigos del amor de una madre, de la manera más profunda y dramática posible. Honramos a María como la madre de Jesús y madre de todos nosotros. A través de ella podemos abogar por la intercesión de Dios y ser bendecidos con su gracia en nuestra vida diaria.
Cuando yo era niña siempre pensé de María como un ser dócil y suave, pero cuando me convertí en madre llegué a comprender su valor. ¿Quién podría tener una fuerte fe en Dios a fin de dejarse utilizar como buque para Su hijo, conociendo el rechazo que ella debió haber recibido como una madre soltera?
Hoy en día, una de mis formas favoritas de oración es rezar el rosario. La madre de mi madre, un Católico convertido y notorio insomne, solía rezar cada noche el rosario mientras se quedaba dormida. A medida que fui creciendo, entiendo más perfectamente que la oración a María en esa manera es centrado y meditado.
Mayo trae flores y frutos y la plenitud de la primavera, y parece el momento perfecto para honrar a una gran mujer de fe que es un ejemplo de amor constante y eterno de Dios.