WASHINGTON (CNS) — En más de una manera el Miércoles de Ceniza, celebrado el 1 de marzo este año, deja una marca.
Eso se debe a que los católicos no solamente son marcados en la frente con una señal de penitencia, sino que también el propio simbolismo abundante del rito atrae a los católicos a las iglesias en multitudes aunque no sea un día sagrado de obligación ni es deber que cenizas sean distribuidas durante Misa.
Casi la mitad de los católicos adultos, el 45 por ciento, normalmente reciben cenizas durante Miércoles de Ceniza, según el Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado de la universidad Georgetown. Las cenizas están hechas de palmas bendecidas quemadas que se usaron durante Domingo de Ramos del año anterior.
Muchos párrocos dicen que llega más gente a la iglesia ese día que casi en cualquier otro, excluyendo la Navidad y la Pascua, y las congregaciones son normalmente mucho más grandes que para las Misas del Jueves Santo y Viernes Santo.
“Prácticamente en todas las parroquias donde he trabajado han tenido más gente (durante) el Miércoles de Ceniza que para cualquier otra celebración”, dijo Thomas Humphries, profesor auxiliar de Filosofía, Teología y Religión en la universidad St. Leo en St. Leo, Florida.
“Hablamos de la Navidad y la Pascua como ciertamente siendo los eventos más sagrados y de mayor asistencia durante el año, pero el Miércoles de Ceniza no es ni siquiera un día de obligación. En términos de importancia litúrgica es mucho menor, pero la gente lo observa como abrumadoramente importante”, él dijo a Catholic News Service el 17 de febrero.
Humphries dijo que parte de la atracción del Miércoles de Ceniza es el “genuino reconocimiento humano de la necesidad de arrepentimiento y la necesidad de que se nos recuerde nuestra propia mortalidad. Que alguien nos ponga cenizas en la frente y nos recuerde que ‘somos polvo y al polvo regresaremos’ es un acto de humildad”.
Él también dijo que el día, que es el comienzo de la Cuaresma en la Iglesia Latina, le recuerda a las personas que ellas no siempre son quienes debieran ser y es una oportunidad de “pararnos juntos con la gente y que se nos recuerde nuestra debilidad y quebranto y nuestro anhelo de ser mejores”.
“Esta práctica es particularmente atractiva para nosotros hoy día porque es una manera encarnada de vivir la fe, de ser testigos de la identidad cristiana en el mundo”, dijo Timothy O’Malley, director del Notre Dame Center for Liturgy en la universidad Notre Dame, donde también es profesor de Nuevo Testamento y Cristianismo Antiguo.
Él dijo que esa es la única manera de explicar porqué millones de personas se identifican “como pecadores mortales durante un día completo”.
El padre jesuita Bruce Morrill, profesor de la cátedra Edward A. Malloy de Estudios Católicos en la escuela de Divinidad de la universidad Vanderbilt en Nashville, Tennessee, cree que lo que atrae a los que participan en el Miércoles de Ceniza es que reciben algo que los marca con la identidad de ser católicos.
El día también tiene simbolismo abundante, él dijo, tanto de la humanidad defectuosa como de la mortalidad. Él señaló que aunque un gran porcentaje de católicos no se confiesan, ellos asisten a este servicio muy penitencial porque “reciben un sentido de arrepentimiento y un tipo de solidaridad”.
“Claramente toca un profundo sentido de la tradición católica de una manera que pocos otros símbolos lo hacen”, él le dijo a CNS.
Para muchos, el rito también los vincula con la tradición de la infancia de recibir las cenizas. También los vincula, aunque no estén conscientes de sus orígenes, con la tradición eclesiástica antigua.
El sacerdote dijo que el uso de cenizas data de los tiempos del Antiguo Testamento, cuando se llevaba un cilicio y cenizas como señales de penitencia. La iglesia incorporó esta práctica en el siglo 8, cuando los que habían cometido pecados graves conocidos por el público tenían que hacer penitencia pública salpicada con cenizas. Pero ya para la Edad Media la práctica de la penitencia y las marcas de ceniza se convirtieron en algo para toda la iglesia.
El Miércoles de Ceniza es uno de dos días, junto con el Viernes Santo, que son días obligatorios de ayuno y abstinencia para los adultos católicos, significando que no se come carne y se come solamente una comida completa y dos comidas más pequeñas.
El otro aspecto clave del día es que es el comienzo de los 40 días de oración, ayuno y dar limosna de Cuaresma.
“El Miércoles de Ceniza puede ser un poco como el Día de Año Nuevo”, dijo a CNS padre Mike Schmitz, capellán de Newman Catholic Campus Ministries en la universidad de Minnesota Duluth. Él dijo que el día le da a los católicos “un lugar para claramente comenzar algo nuevo que tenemos que hacer”.