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MONJAS, HERMANAS Y EL LLAMADO AL SERVICIO

Un vistazo a las diferentes oportunidades para las mujeres en la vida religiosa

By Cathi Douglas     11/2/2015

Para las mujeres católicas, el determinar la vocación significa conocer los hechos.

Incluso los católicos más conocedores pueden no saber mucho acerca de las religiosas. Las diferencias entre las monjas y las hermanas, por qué las mujeres optan por unirse a determinadas órdenes religiosas, y las razones del por qué algunas órdenes están encerradas o de claustro, y otras no —esto puede ser un territorio desconocido para católicos y no católicos.

Si bien es común el uso de los términos ‘monja’ y ‘hermana’ de manera intercambiable —y el título de ‘hermana’ se utiliza para referirse a ambas. Una monja es una religiosa que vive una vida contemplativa y de claustro en meditación y oración para la salvación de los demás; mientras que una hermana religiosa vive en una vocación activa tanto de oración y servicio, a menudo con los necesitados, enfermos, pobres y sin educación.

“Las vocaciones las otorga Dios”, dice la hermana Eymard Flood, la Vicario para la Vida Consagrada de la Diócesis de Orange. “Algunas mujeres son llamadas al servicio activo, unas para la vida contemplativa”. Los votos de las monjas y las hermanas son similares, excepto que las monjas prometen vivir en comunidades cerradas al tomar un voto de permanencia en el cual se comprometen a permanecer en un convento en particular para toda la vida, añade. “Sólo Roma puede autorizar un cambio en eso, mientras que las hermanas en comunidades activas pueden transferirse”.

Los conventos de claustro y los conventos abiertos sirven de manera distinta.

‘Cerrado’ es el termino preferido (en lugar de “claustro”), en referencia a las órdenes de hombres y mujeres, explica la hermana Eymard. En las comunidades religiosas cerradas, las monjas suelen tomar los votos de pobreza, castidad y obediencia, además de la permanencia. Las monjas pueden decidir el dedicar sus vidas a servir a todos los seres vivos, o podrían ser ascetas que voluntariamente opten por dejar la sociedad y vivir vidas de oración y contemplación en un monasterio o convento.

Las órdenes de claustro de hombres incluyen a los monjes benedictinos y trapenses; mientras que las órdenes cerradas de monjas incluyen a las dominicanas, carmelitas y ursulinas. Dos de las órdenes cerradas de monjas más próximas al condado de Orange son las hermanas carmelitas del Sagrado Corazón de Los Ángeles y las monjas clarisas en Santa Bárbara.

La orden de las Monjas Clarisas fue fundada en el siglo XIII por Santa Clara bajo la inspiración y guía de San Francisco de Asís. “Nuestra vocación es un don precioso en el ministerio de la iglesia y fuente de gracia para el mundo”, explica el sitio web de las clarisas. Nuestra vida oculta es una proclamación silenciosa de la existencia de Dios y dice que Él es digno de todo nuestro amor”.

Las mujeres llamadas a la vida contemplativa hace mucho más que orar, explica la hermana Eymard, pueden tomar trabajo que llega de fuera de sus conventos. Aun así, las monjas no se les permite abandonar el convento para ir al supermercado o el teatro.

En contraste, las hermanas más conocidas dentro de la Diócesis de Orange son las que enseñan en muchas escuelas católicas, hacen ministerio en hospitales y sirven en ministerios caritativos —como las Hermanas de San José de Orange. Su historia comenzó en 1912 cuando la madre Bernard Gosselin y ocho hermanas se mudaron desde LaGrange (Illinois) para servir en la Diócesis de Sacramento. Las hermanas construyeron una casa matriz en Eureka, y después muchas escuelas y su primer hospital en Orange.

El elegir una vocación y decidir sobre una orden

Las mujeres interesadas en el ministerio religioso deben orar, pensar e investigar plenamente el tipo de vida que están llamadas a llevar, aconseja el libro del 2009 que enumera a las comunidades religiosas de la nación: “Una guía a los ministerios religiosos para hombres y mujeres católicos”. “Estudie sobre la organización o denominación en particular a la que usted anticipa unirse”. Hablar con amigos de confianza, familiares y asesores espirituales puede ayudar.

Una vez que se identifica la orden deseada, una mujer llamada a la vida religiosa empieza el proceso llamado ‘discernimiento’, en el que se trabaja con el director de vocaciones de la congregación. Durante el proceso de discernimiento, se interactúa con la cultura de la orden, recibe dirección espiritual y podría vivir en el convento por un período de tiempo.

“El proceso de discernimiento puede ser diferente para cada ministerio y para cada candidata”, indica la hermana Eymard. “Depende del historial, educación, edad o si ha estado casada antes”. Una vez que la candidata y la orden estén de acuerdo en que puede unirse a la orden, podrían pasar de 7 a 10 años antes de que se tomen los votos perpetuos.

Si bien es verdad, la vida religiosa no es para todas, muchas mujeres siguen siendo llamadas a ser monjas y hermanas en congregaciones abiertas y cerradas, dice la hermana Eymard. “Siempre habrá un lugar en la iglesia para los hombres y mujeres consagrados”, agrega. “Siempre y cuando exista una oportunidad para el ministerio, seguirá el compromiso de por vida de las personas”.