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¡PAREN EL MUNDO QUE ME QUIERO BAJAR!

LA HERMANA YARELI SALCEDO CUENTA SU ODISEA EN EL AMOR A DIOS COMO MISIONERA CLARISA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

By JORGE LUIS MACÍAS     11/20/2019

Yareli Salcedo es una chica jalisciense que posee una sonrisa que emite una sensación de paz en su espíritu. Con 26 años de edad, ha profesado votos temporales como Hermana Misionera Clarisa del Santísimo Sacramento (MCSS).

Yo era como cualquier joven; iba a estudiar medicina y tenía mi novio”, dice la religiosa a OC Catholic. “Salía con mis amigos y me gustaba disfrutar con ellos un café”.

Sin embargo, en algún momento sintió el llamado de Dios a la vida religiosa. Ella era parte de un grupo de oración en su natal Jalisco, México.

A pesar de que sus padres estaban muy cerca de la Iglesia y le inculcaron una vida de oración, tenía 18 años y le costó responder a su llamado.

Pensaba que también podía servir a Dios fuera de un convento, hasta que llegó al alma un pensamiento definitivo.

“Experimentaba un pensamiento como si estuviera engañando a Dios con mi novio”, dice. “Así llegó ese fuerte sentimiento de pertenecerle solo a Dios, al grado que no pude continuar mi relación de noviazgo”.

Ese sentimiento lo compara con una frase del gran humorista gráfico e historietista argentino Quino (Joaquín Salvador Lavado Tejón), en boca de su personaje de la tira cómica, Mafalda: “¡Paren el mundo que me quiero bajar!”. 

Le fue difícil decírselo a sus padres. Y a su novio. Yareli necesitaba tiempo para poner en orden sus ideas.

La noticia final impactó a todos. Había decidido darle el “Sí” a su amado: Jesús Sacramentado.

Sus padres se molestaron. No lo esperaban. Fue un gran impacto. Los planes eran que ella iría a la escuela de medicina.

“Al principio, no lo entendieron como yo lo esperaba”, recuerda. “En ese tiempo mi familia pasaba por momentos difíciles; habían secuestrado a mi hermano y hacia un año que lo habíamos recuperado”.

A su madre, la noticia le cayó como un balde de agua fría. Le provocó algo similar a una depresión.

Proveniente de una familia de siete hermanos, cinco mujeres y dos hombres, Yareli profesó sus votos temporales en 2016. 

“Si Dios quiere, mis votos perpetuos serán en otros tres años (2022)”, suspira.  “Todo depende de la perseverancia de cada día en el amor a las cosas pequeñas, en la fidelidad del Sí que le he dado a Dios, de consagrar toda mi vida a Él”.

Justo en el día de la Anunciación, cuando profesó sus votos temporales (8 de diciembre de 2016) pensó en el encuentro del ángel Gabriel con la Santísima Virgen María en Nazaret: “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1: 26-38). Era el momento en que Dios da a su madre para toda la humanidad.

“Así nuestra madre, Manuelita le dio su Sí a Dios, yo le pido también que me ayude a responder con generosidad a lo que Él me pida para toda la vida”, dice la hermana Yareli. “Todo depende de que yo sea fiel, como en el matrimonio, cuando los amados se dicen prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso…”.

E igual que la fundadora de su congregación, la beata María Manuela de Jesús Arias Espinoza, la hermana Yareli atesora en su corazón la promesa de la Santísima Virgen de Guadalupe a su madre “Manuelita”: “Si entra en los designios de Dios servirse de ti para las obras de apostolado, me comprometo a acompañarte en todos tus pasos…”

Por eso, ella también ruega a la Virgen de Guadalupe que la acompañe y la guie en sus pasos con espíritu de alegría, sencillez y confianza desde que su madre, Manuelita, quien fundó la congregación el 23 de agosto de 1945, en Cuernavaca, Morelos, para que en ella y la misión de las Hermanas Clarisa del Santísimo Sacramento se cumpla su lema “Urge que Cristo reine”.

A Manuelita, -quien falleció en Roma, Italia el 22 de julio de 1981, poco tiempo después de haber sido recibida siete meses antes por el ahora santo Papa, Juan Pablo II- se le atribuye el milagro de haber intercedido ante Dios por Francisco Javier Carrillo Guzmán. Cuando el niño tenía un año y medio cayó a una piscina y se ahogó en la comunidad de El Rocío, en Jalisco.

Tras ser dado por muerto por asfixia como consecuencia de una miocardiopatía hipóxica isquémica por los doctores que le atendieron en 2001, inexplicablemente se recuperó sin mostrar ninguna secuela.

El 21 de abril de 2012, con 12 años, “Paquito” presentó la reliquia de la monja, un manojo de su cabello, en la ceremonia de beatificación celebrada en la Basílica de la Virgen de Guadalupe en Ciudad México por el cardenal italiano Ángelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.

Las Hermanas Misioneras Clarisas Pobres de Jesús Sacramentado tienen comunidades en Argentina, Corea del Sur, Costa Rica, España, España, Estados Unidos, Irlanda, India, Italia, Indonesia, Japón, México, Nigeria, Rusia, Sierra Leona y Vietnam.