MANILA, Filipinas (CNS) — Cuando el Congreso Eucarístico Internacional se lleve a cabo en el centro de las Filipinas comenzando el 24 de enero, los organizadores quieren que los fieles salgan con por lo menos dos cosas: un sentido más profundo de Jesús y una hospitalidad filipina perdurable.
El congreso de una semana se realizará en Cebú, donde el catolicismo echó raíces en las Filipinas hace casi 500 años.
“Cebú es una selección muy lógica porque la fe de los cebuanos es increíble”, dijo Elvira Go, magnate de los dulces que dirige el comité de publicidad del evento. “Así que uno puede verdaderamente sentir el ambiente allí, donde la fe es verdaderamente enfatizada”.
Go le describió a Catholic News Service la devoción de los residentes de Cebú hacia el Santo Niño, cuya estatua, resplandeciente en túnica real de hijo de oro, que es una de las primeras obras de arte de este tipo conocidas en el país, está alojada en la basílica menor del Santo Niño allí.
Pero Go, quien durante mucho tiempo ha sido activa en la Iglesia Católica, dijo que además de exhibir la devoción de ellos, ella está está más preocupada por lograr que los locales caven más profundamente en su credo durante el congreso.
Ella dijo que “es muy difícil vender a Jesús” hasta en las Filipinas, donde se calcula que el 37 por ciento de los 80 millones de católicos del país asiste a Misa regularmente, según una encuesta realizada por el grupo Social Weather Stations en el 2013. Las estadísticas recopiladas por el Center for Applied Research in the Apostolate, de la universidad Georgetown, muestran que el 60 por ciento de los católicos de la Filipinas dijo tener asistencia regular a Misa del 2010 al 2014.
Go dijo que el congreso debe abrir la fe de la gente, especialmente a los que asisten a Misa, quienes, ella dijo, “no tienen una idea clara” de lo que se trata la Eucaristía.
“Ellos están allí orando, leyendo la novena, pero no entienden de qué se trata esta novena”, ella dijo. Uno tiene que tener una relación personal con Jesús a través de la Eucaristía. Esta es la presencia de él. Su regalo para nosotros está allí en la Eucaristía. Mientras estamos en la Misa él está allí, escuchando y a la vez hablándonos sin nosotros saberlo”.
Go dijo que al viajar por todo Asia para conocer delegados fue impactada por una fuerte devoción por la Eucaristía con asistencia regular a capillas de adoración, especialmente entre jóvenes adultos en Hong Kong. Ella dijo que hay devotos a la adoración activos en Myanmar, Malasia, Vietnam y Corea del Sur.
Los organizadores del congreso dijeron que los inscritos provienen de países externos a las Filipinas, primordialmente de Asia. Monseñor Joseph Tan de la Arquidiócesis de Cebú, portavoz del congreso, dijo que hasta el 19 de enero había unas 10,000 personas inscritas para la serie de charlas sobre la Eucaristía y varios eventos culturales religiosos.
El obispo auxiliar Robert E. Barron de Los Ángeles está programado para hacer dos presentaciones, incluyendo una para jóvenes, mientras que el cardenal Luis Antonio Tagle de Manila hablará bajo el tema “La Eucaristía y el diálogo de las culturas”. Un intercambio cultural incluye visitas a 14 parroquias en Cebú y una ceremonia de Primera Comunión incluirá docenas de niños callejeros.
Monseñor Tan dijo que los organizadores esperan gastar $630,000 en el congreso, excluyendo la construcción de estructuras para la reunión. El congreso está intentando recaudar $210,000
del costo mediante pequeñas donaciones de los asistentes a Misa de todo el país.
Go desarrolló el programa llamado Piso Para sa Misa ng Mundo (Un Peso para la Misa del Mundo) para involucrar a los laicos y no dejarlo solamente a los donantes ricos y corporativos. Eso pagará los costos de viaje e inscripción para unos 1,000 delegados que de otro modo no podrían costear su participación.
Monseñor Tan expresó esperanza de que este tipo de caridad sea aparente en los anfitriones filipinos del congreso, de quienes dijo que seguramente estarán listos para recibir a los delegados con su “clásica sonrisa filipina”. Él relató a CNS sobre su visita al Congreso Eucarístico Internacional 48 en Guadalajara, México, en el 2004, cuando una pareja con modestos recursos amablemente le ofreció a él y sus obispos acompañantes, quienes estaban perdidos, llevarlos a su hotel y los invitaron a cenar unos días más tarde.
“Para mí eso fue todo el congreso (en Guadalajara)”, él dijo. “Tenemos la esperanza de que … nuestros delegados regresen no solamente con el insumo teológico, no solamente con más conocimiento de la Eucaristía, de la participación en los sacramentos. Estas son cosas importantes, pero que salgan con algo muy humano también, que sea el recuerdo en su memoria, que les dure toda una vida”.