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REGALA A TU FAMILIA TU SANTIDAD

EL PADRE AGUSTINO TORRES, FRAILE DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA FRANCISCANA REVELA UN “MILAGRO” DE SU VOCACIÓN EN SU PROPIA FAMILIA

By JORGE LUIS MACÍAS     10/21/2019

“El mejor regalo que le puedes hacer a tu familia no es una casa o un automóvil de lujo; el mejor regalo que puedes entregarle a tu familia es tu santidad”. 

Así lo afirma el padre Agustino Torres, director de evangelización de los Frailes Franciscanos de la Renovación (CFR), uno de los oradores principales en el XXII Encuentro anual de la asociación católica Jóvenes para Cristo. 

“Mi familia no es perfecta; necesita de mucha oración; hay quienes no me hablan o me tienen miedo y no me quieren ver porque sienten que yo los juzgo”, revela el fraile. “Algunos se han acercado a la Iglesia, hay de todo un poco e incluso cuando yo estaba en el seminario mil veces me quería salir y regresar con mi familia, pero, al final de cuentas pude discernir que el mejor regalo que le puedes entregar a tu familia es tu santidad”. 

La perseverancia del sacerdote en su vocación le dio la oportunidad para invitar a los centenares de feligreses reunidos en junio, en el Centro de Convenciones de Ontario, “para convertirse en el nombre del Señor”. 

Nacido en el sur de Texas, el padre Agustino fue llamado por Dios a servir a los pobres con los Franciscanos de la Renovación en Nueva York. 

Pero en su casa tenían que respetar un “undécimo” mandamiento: “No te mudarás a más de 15 minutos de distancia de tu familia”. 

¿Por qué no te quedas aquí?, le dijeron sus familiares. 

El trató de buscar la voluntad de Dios entre muchos desafíos. Uno de ellos era el ministerio PRO-VIDA, a sabiendas que cada vida es preciosa y que cada ser en el vientre de su madre debe ser protegido. 

“A los más vulnerables no nacidos tenemos que protegerlos”, dijo. 

En Nueva York hay numerosas clínicas de abortos. Y el padre Agustino iba cada sábado a hablar con las muchachas antes de entrar a alguna clínica. 

“Pensaba, ¿Qué estoy haciendo, tratando de hablarle a esas muchachas que quieren destruir su familia, cuando mi familia se está destruyendo en Texas?”, declaró a la multitud. “Fue una gran tentación. Y pensé ¿Dónde es que el Señor me está llamando a la santidad? Tenía que decir ¡Aquí es!”. 

Perseveró. Hizo sus votos temporales y después de un largo tiempo pudo regresar a ver a su familia. 

“Fue algo lindo, algo precioso; se juntó toda la familia: primos, tíos, abuelos, y a besar a los nuevos sobrinos e hijos de mis primas”, rememoró. 

Después de la fiesta, una prima suya que acababa de dar a luz a un hijo le pidió hablar en privado. 

La mujer comenzó a llorar y le dijo a su primo y sacerdote: “! ¡Perdóname!”. 

“No me has hecho nada, le respondí”, dijo. 

Mas ella añadió: “Hace siete meses yo estuve en Nueva York visitando a mis amigos”. 

El sacerdote pensó que sus lágrimas eran porque no lo había visitado a él. 

Algo más estaba pasando con aquella mujer, quien le confesó: “Estaba embarazada y yo tenía mucho miedo; mi papa me dio el dinero para el aborto”. 

Llorando le contó la historia. Pidió a un amigo que la llevara a una clínica de abortos y cuando llegó, el padre Agustino estaba allí. 

“Tu estabas allí, frente a esa clínica y yo no pude entrar…perdóname por querer hacer eso”, le dijo su prima. 

“¡Y yo dije Aleluya!, ¡Gloria a Dios!”. ¿Saben cuántas clínicas de abortos hay en Nueva York? Créanme que fue el Señor quien hizo la obra…Aunque andes en camino de santidad el camino es difícil; tal vez te creará enemigos, pero yo tengo confianza en que mi familia estará en el cielo, y lo pido con toda mi alma”. 

Por este testimonio, el padre Agustino invitó a los católicos a tener esa misma confianza en el Señor e indicó que “si ustedes se acercan a Dios, su familia será una familia santa”. 

Enseguida, invitó a todos a ponerse de pie y rezó para que recibieran una bendición: 

“Señor, derrama tu gracia sobre tu pueblo. Así como nos amas, nos das una gracia extraordinaria. Gracias porque has rescatado a tus hijos. Antes éramos esclavos, pero ahora somos tus hijos. Te pedimos por nuestras familias para que estén contigo en el cielo y nos concedas la gracia de la santidad, para ayudar a que las familias se acerquen a ti. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén”.