“¿Qué provecho tengo si Jesús renace en miles de cunas en todo el mundo y no va a nacer en mí?”, dijo Alexander Pope.
Tras citar al poeta inglés del siglo XVIII, Greg Walgenbach, director de Vida, Justicia y Paz en la Diócesis de Orange, expresa que el Evangelio se mueve más allá de las preguntas correspondientes a los deberes que tenemos con nuestras familias, especialmente los inmigrantes y refugiados.
“Se nos invita a la libertad de acoger al extranjero”, afirmó Walgenbach.
Al menos en nueve parroquias, en cada decanato de la Diócesis y en coordinación con Caridades Católicas, voluntarios ayudarán a inmigrantes con servicios de asistencia en programas de alivio migratorio y naturalización (DACA y DAPA) para quienes califiquen.
“También estamos asociándonos con las parroquias orientales católicas locales y otras agencias que sirven a los refugiados”, indicó. “Les proporcionaremos ayuda práctica a ellos y sus familias”.
En plena época de Adviento, familias hispanas, donadores y representantes de organizaciones caritativas ponen en marcha y dan la bienvenida en sus hogares a “extranjeros”, inmigrantes y refugiados divididos entre dos naciones a causa de la ausencia de una reforma migratoria justa e integral.
“Ellos [los inmigrantes y refugiados] son nuestro prójimo”, dijo Walgenbach. “Cuando los líderes religiosos presionan a Jesús para que responda “¿Quién es mi prójimo?” (Lc 10, 25-37), lo hizo con una historia acerca de un palestino que se detiene a ayudar a un hombre judío que fue golpeado y creído por muerto”.
Dicha parábola del buen samaritano representa la invitación a dar ese precepto de amar al prójimo y, lo más cercano que se tiene es uno mismo, cada corazón como morada preferida de Dios. Allí donde el amor se expresa con mayor intensidad.
“Este palestino trata al judío como un hermano y demuestra una hospitalidad radical”, agregó Walgenbach. “Nosotros somos libres para ampliar esa bienvenida”.
Sin embargo, los emigrantes y refugiados, -considerados los nuevos rostros de los pobres en Estados Unidos-, no son bienvenidos y hasta llegan a ser considerados “indeseables”.
Su éxodo en este país, -por razones económicas, huida de la violencia o amenazas de muerte- es similar al periplo de la Virgen María y San José, cuando huyeron a Egipto. El rey Herodes quería matar al niño Jesús y sólo regresaron a Nazaret de Galilea, cuando Herodes había muerto.
“María y José tocaban puertas en señal de que buscaban un lugar donde quedarse”, recordó el Padre Binh Nguyen, secretario del Rev. Kevin Vann, Obispo de la Diócesis de Orange. “Como a ellos [María y José], muchos tienen miedo de abrir las puertas [a los inmigrantes]”.
En Estados Unidos, al menos 11 millones de indocumentados y decenas de miles de niños centroamericanos que cruzaron la frontera viven tras las sombras y encaran un limbo migratorio como peregrinos en suelo extranjero.
En mayo pasado, jueces de inmigración emitieron más de 5 mil órdenes de deportación para los menores que arribaron a esta nación durante la oleada del verano de 2014.
La Oficina Ejecutiva para la Revisión de Inmigración (EOIR) dio a conocer que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) había entregado 29,449 cartas de notificación para que los menores indocumentados se presentaran ante un juez de inmigración.
Entre el 8 de julio de 2014 y 28 de abril de 2015, un total de 23,919 niños de El Salvador, Honduras y Guatemala, tuvieron su primera audiencia frente a un juez; 9,289 completaron el proceso y 5,699 recibieron órdenes de deportación. De ésta última cifra, 4,962 recibieron órdenes de repatriación en ausencia, al no haberse presentado ante un juez de inmigración.
En noviembre, por razones humanitarias, seis niños salvadoreños recibieron el estatus de refugiados bajo el Programa para Menores Centroamericanos del Presidente Barack Obama.
Greg Walgenbach expresa que, en los debates actuales sobre la inmigración, durante el Adviento, la iglesia y los cristianos “debemos luchar con nuestra voluntad para abrir el corazón a los demás, a los extraños, a los extranjeros, a los de otras religiones, ya sean grupos culturales o étnicos”.
“Durante esta temporada se nos recuerda que el propio Señor Jesús nació en un movimiento: su familia fue forzada a viajar por el gobierno”, subrayó. “Debido a la persecución y la violencia del gobierno tiránico de Herodes, se convirtieron en refugiados, huyendo a Egipto”.
Así, en la frase de San Ireneo, Jesús recapituló todas las cosas, incluyendo la vida de Israel.
Dios le dijo a Israel: “Al forastero que reside junto a ustedes, le mirarán como a uno de su propio pueblo y le amaran como a ustedes mismos; pues también ustedes fueron forasteros en la tierra de Egipto”.