WASHINGTON (CNS) — El año pasado, cuando escucharon que el papa estaría abordando la inmigración durante su primer viaje a Estados Unidos, un grupo de 100 trabajadoras domésticas, incluyendo muchas inmigrantes y mujeres de fe, decidió que haría una peregrinación religiosa, incluyendo visitas a iglesias y círculos de oración, desde Pensilvania hasta Washington, para escuchar lo que el pontífice tenía que decir.
Un año después de la visita histórica, muchas de ellas regresaron a Washington para mantener vivo el mensaje del papa de honrar la dignidad de los inmigrantes, dijo Marzena Zukowska, de National Domestic Workers Alliance.
La organización es uno de los grupos que coordinaron la marcha y vigilia de aniversario el 16 de septiembre desde la Corte Suprema de Estados Unidos hasta la Casa Blanca, pidiendo un final a las deportaciones y los centros de detención. Algunas de las reunidas en la escalinata de la Corte Suprema dijeron que la fe y su creencia en Dios es lo que les ayuda a enfrentar el temor — de ser deportadas o que las separen de su esposo o los hijos — hasta que los políticos encuentren una solución que pueda ayudarlas.
América Carbajal, trabajadora doméstica católica de Colorado que estuvo en Washington a mediados de septiembre para los eventos, dijo que mantenerse cerca de Dios mientras organiza vigilas de oración en centros de detención de inmigración y depender de otros que quieren ayudar y ser ayuda a aquellos que buscan consuelo es lo que la mantiene activa. Esto es especialmente cierto, ella dijo, porque no parece haber un arreglo fácil o inminente para aquellos que no tienen la documentación apropiada para estar en Estados Unidos.
Los resultados de un estudio del centro de investigación Pew Research Center emitidos el 20 de septiembre informaron que 11.1 inmigrantes no autorizados estaban en Estados Unidos en el 2014, número que no ha cambiado desde el 2009. Tanto el Congreso como el presidente han dicho que el sistema de inmigración está “descompuesto” pero no pueden estar de acuerdo del tipo de acción que deben tomar.
El papa, en su visita del 24 de septiembre de 2015 al Congreso y al capitolio estadounidense, dijo: “En los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad. Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros”.
Él le recordó a los reunidos que el mundo enfrenta “una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles. A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos?”
Viajar hacia el norte para una mejor vida es exactamente lo que Lenka Mendoza sintió que tenía que hacer cuando salió de Perú con su familia. Ahora que está aquí, dijo Mendoza mientras estaba en la escalinata frente a la Corte Suprema, ella y su familia es una mezcla de niños nacidos en Estados Unidos, niños con residencia bajo la Ley de Desarrollo, Ayuda y Educación de Menores Extranjeros, o Ley DREAM, y padres en el país sin permiso legal.
“Queremos tocar el corazón a los políticos”, dijo Mendoza. “La gente viene escapando de hambre, de violencia. Vienen buscando ayuda y algunos, en vez, encuentran cárcel”.
Eso es inmoral, ella dijo, e instó a los políticos a reflexionar sobre la situación difícil de los inmigrantes y preguntarse qué harían si enfrentasen circunstancias similares.
En su visita, el papa instó al Congreso y otros a reflexionar sobre algo similar: “No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación”, él dijo. “Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste”.
Tener al papa en Washington hace un año fue “una oportunidad de cambiarle el debate a la gente y (aquellos) que son afectados”, dijo Zukowska.
Es por eso que fue importante mantener vivos ese recuerdo y ese mensaje, ella dijo. La peregrinación, en el 2015 y ahora, llevó a las 100 mujeres en un viaje de 100 millas, de Pensilvania a Washington, donde visitaron iglesias católicas, así como iglesias unitarias, metodistas y presbiterianas.
La hermana Diane Roche, una monja de la Sociedad del Sagrado Corazón, acompañó a las mujeres en la última parte de su peregrinación en Washington. Ella sugirió que la gente considere el Evangelio, examine sus temores y también estudie la doctrina social católica para examinar la situación desde la perspectiva de la fe.
“¿Cómo puede uno no entender el sufrimiento?”, preguntó ella. “Estas personas están en este país viviendo la misma narrativa de generaciones (anteriores). Qué cosa tan valiente y sorprendente que hacer”.