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UN SÍMBOLO DE NUESTRO AMOR

LA TRADICIÓN DEL ANILLO DE BODAS HA EVOLUCIONADO A LO LARGO DE LA HISTORIA

By LARRY URISH     8/5/2016

Históricamente, la forma del anillo siempre ha sido un símbolo de la eternidad. Sin embargo, la costumbre del anillo de bodas evolucionó significativamente con el tiempo.

El origen del anillo de bodas se remonta a miles de años atrás al antiguo Egipto, donde se encontró evidencia en reliquias que mostraban anillos trenzados de cáñamo que se utilizaban como enlaces entre las parejas casadas. La práctica se extendió posteriormente a Europa, donde el anillo se fabricaba típicamente de hierro, y solo lo portaba la novia, que simboliza que ella era posesión del novio. Con el tiempo, la plata y el oro reemplazaron al hierro, debido a su fácil oxidación. En el siglo XVI, los anillos gimmel o gemelos se hicieron populares en Europa como anillos de compromiso. Cuando las parejas se comprometían, cada persona se ponía una banda gimmel entrelazada. El día de la boda, los anillos se unían en una sola banda, y lo usaba la novia.

A pesar que la costumbre de que las mujeres porten el anillo de bodas se remonta a varios siglos atrás, la práctica de que los hombres lleven un anillo de boda es algo reciente. No fue hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados casados estaban lejos de sus esposas durante largos períodos de tiempo que empezaron a usar los anillos de bodas como recordatorio del amor que esperaba por ellos en casa, y como un símbolo de esperanza durante un período oscuro.

En la Iglesia Católica, el anillo de bodas es uno de los símbolos que se bendice durante la celebración del sacramento del matrimonio.

“En muchas tradiciones, los anillos eran un símbolo muy grande, porque querían mostrar una manifestación material del vínculo”, dice el padre Troy Schneider, vicario parroquial de la catedral de la Sagrada Familia en Orange. “Con los católicos, siempre se ha tratado acerca del consentimiento. Eso es la prioridad. Es cuando dicen: ‘Sí, me quiero casar contigo y lo hago libremente’. O, ‘Sí, quiero tener hijos contigo y lo hago libremente, y te amaré y respetaré por el resto de mi vida’. Esas palabras cuando se pronuncian y se viven por la pareja en la tradición católica, supera a los anillos. El anillo es un recordatorio de su consentimiento, de sus votos. Por lo que, en la tradición católica, no es un signo de posesión. Se trata de los votos que se intercambian, y el recordatorio de esos votos son los anillos que manifiestan ese intercambio”.

El anillo es solo uno de los símbolos poderosos y significativos en la ceremonia de bodas.

“El lenguaje del ritual y la liturgia es siempre el lenguaje de signos y símbolos”, explica monseñor Arthur Holquin, pastor emérito de la Basílica de la Misión de San Juan Capistrano. “Los signos y símbolos juegan un papel importante en la Biblia para ayudar a entender el significado de los momentos importantes. Por ejemplo, en el sacramento del bautizo hay agua. En la Eucaristía, el pan y el vino. Y en la unción de los enfermos, el aceite. El anillo, que es un elemento tradicional del ritual de la boda, no es el símbolo principal del matrimonio. El símbolo principal es la presencia corporal del marido y la esposa que dan y reciben el sacramento el uno al otro”.

Así que, ¿dónde encaja el anillo?

“Así como en muchos sacramentos, estos momentos son enriquecidos por los símbolos que ayudan a poner de manifiesto la importancia del símbolo primario, y uno de esos símbolos secundarios es el anillo”, explica monseñor Holquin.

Lo que no tiene importancia es el tamaño de la piedra o si es de plata u oro. Por lo contrario, el intercambio de los votos y el compromiso adquirido entre sí tiene un significado mucho más profundo.

“A menudo digo a una pareja el día de su matrimonio que, a medida que los anillos son bendecidos, las palabras de la bendición indican el significado. La bendición dice que esos anillos son un signo de su amor y fidelidad, y que las personas que aman dan señales de amor, por lo tanto, el anillo de bodas es un signo de su compromiso”, indica Holquin. “Cada vez que mire a ese anillo o cuando otros lo miren, se sabrá que usted pertenece en amor y fidelidad a otra persona, y es un recordatorio perpetuo para usted del convenio bíblico y del vínculo amoroso que se ha forjado entre uno al otro en Cristo”.