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VALORAR LA EUCARISTÍA COMO DON SAGRADO

“NOSOTROS SIEMPRE HEMOS ENCONTRADO CONSUELO EN LA PALABRA DE DIOS Y EN LA EUCARISTÍA HALLAMOS LAS RESPUESTAS QUE EL MUNDO NO NOS PUEDE OFRECER”: PADRE JUAN NAVARR

By JORGE LUIS MACÍAS     7/8/2020

“CUANDO UNO ENCIENDE la televisión escucha las noticias del coronavirus desde una interpretación económica, desde el campo de la salud o desde la política, pero la lectura de fe de esta pandemia es, que los hijos de Dios leen los acontecimientos teológicamente, es decir, Dios nos habla’”.

Así lo afirma el padre Juan Navarro, consultor de la Oficina de Evangelización y Formación de Fe en la Diócesis Roma-na Católica de Orange, y administrador de la parroquia de San Bonifacio, en la ciudad de Anaheim.

Entrevistado durante la celebración de Pentecostés, el domingo 31 de mayo, el padre Navarro indicó que en medio de la pandemia del coronavirus “Dios nos está hablando en estos momentos”.

“Si no le respondemos, estaremos perdiendo la oportunidad de escuchar que Él nos llama”, afirmó. “[El tiempo del coronavirus] es un tiempo de conversión y para entendernos realmente como familia de Dios”.

Ese llamado de Dios ha sido para que el ser humano no repita las cosas que antes hacia y para salir del mundo de tantas apariencias y volcarse a lo esencial de la vida: aprovechar la oportunidad de valorar con mayor fuerza a la familia.

“Antes se nos acababa el tiempo en la nada; el trabajo te consumía y lo de afuera era lo más importante”, dijo. “Esta pandemia ha hecho que las familias se hayan vuelto a comunicar; a acompañar a los hijos, a hablar con ellos y ver la necesidad de estar juntos; a ser más sensibles”.

También, los tiempos de prueba cuando las Iglesias estuvieron cerradas, y ahora que han abierto parcialmente a muchos ha ayudado a valorar la Eu-caristía como un don de Dios para la Iglesia.

“Tenemos que aprender a valorar ese don”, dijo el sacerdote a OC Catholic en Español. “El hecho de haber estado lejos de la Eucaristía nos ha llevado a aprender que es un regalo de Dios para nosotros y que nuestra alabanza a Jesús  Sacramentado tiene que crecer, porque de lo contrario volveremos a ser los mis-mos y eso no puede ser así”.

La pandemia del coronavirus,  además, ha hecho que todos los católicos sean más sensibles al sufrimiento de los demás, dijo.A juicio del padre Juan Navarro, el cierre de las iglesias se realizó como un acto de solidaridad para proteger a los católicos más vulnerables, a los ancianos y los más enfermos del pueblo de Dios.

Como sacerdote y como ser humano, a él le ha tocado las fibras más íntimas de su corazón, el hecho de que muchos de los feligreses no tuvieran la oportuni-dad de acercarse a comulgar por meses.

Nosotros siempre hemos encontrado consuelo en la Palabra de Dios y en la Eucaristía hallamos las respuestas que el mundo no nos puede ofrecer”, dijo. 

“Cuando nos vemos limitados en tantas cosas, encontramos todas las respuestas en el encuentro con Cristo, aunque es obvio que Él siempre está con nosotros”.

Con 1.3 millones de católicos, la  Diócesis Romana Católica de Orange cerró sus 62 iglesias y centros desde el 15 de marzo, y reabrieron tres meses después, el domingo de Corpus Christi.

“Me dolía que la Iglesia estuviera cerrada, pero más por el hecho de que la comunidad no está reunida; no tenemos aun el apoyo unos con otros y nos ha tocado utilizar los medios de comunicación y los medios sociales para llevarles la Palabra”, dijo respecto a la transmisión de la Misa por Facebook y  YouTube

.En los últimos meses, el padre Juan Navarro acompañó a muchas familias que perdieron a sus seres queridos, pero con misas de funeral donde hubo poca presencia de los familiares del difunto, aun cuando se efectuaba como Misa de cuerpo presente.

“Me tocó ver el dolor de familias que no pudieron verse ni estar en la Misa; apenas entre 8 y 10 de la familia vinieron a Eucaristía; me tocó asistir también a aquellos que no pudieron viajar para despedir a un familiar que falleció o quien no pudo tener la com-pañía de amigos y la familia”, dijo.

El entiende ese dolor, máxime porque él mismo lo vivió en carne propia. Debi-do a las restricciones de vuelos interna-cionales, el padre Juan no pudo viajar a su natal Colombia para el sepelio de su padre, Bernardo Navarro, quien murió el 28 de marzo.

“Entiendo lo que significa el dolor de no estar presente cuando uno necesita el abrazo y la presencia de un amigo y de la familia”, dijo. “He acompañado a orar a enfermos que están solos en sus casas”.

Sin embargo, afirma que cuando suceden este tipo de situaciones se activa la misericordia de Dios, y. de hecho ese es el verdadero ministerio de la conso-lación con los más pobres y necesitados.

“Yo lo he experimentado en el consuelo de los demás, a través de la oración, de las visitas y el acom-pañamiento en funerales, en la oración, el rosario, en numerosos momentos en los que he visto el poder de Dios desde el consuelo”.