En el Evangelio de San Mateo (7:13-14), Jesús dice a sus discípulos: “Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; En cambio ¡que estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida! Y pocos son los que la encuentran”.
La frase “estrecha es la puerta” es fácil de entender. Una puerta estrecha es más difícil de cruzar que una que es ancha, y sólo pocas personas puedan pasar al mismo tiempo por una puerta estrecha. Al decir que “angosto es el camino que lleva a la vida”, Jesús estaba explicando lo difícil que es ser cristiano en realidad.
Por ello, en el tercer aniversario de la Caminata/Carrera de los “Amigos de los Pobres” (evento a nivel nacional) de la Sociedad de San Vicente de Paúl, se reunieron el pasado 17 de septiembre en la playa de Huntington Beach para recorrer una distancia de 5 kilómetros, con el propósito de obtener fondos adicionales para ayudar a sus proyectos de obras especiales por los pobres del Condado de Orange.
Era muy de mañana. El cielo estaba nublado y por lo menos medio centenar de participantes estaban dispuestos no solamente para efectuar una caminata física, sino hacer un recorrido espiritual. En su corazón llevaban impreso el amor de San Vicente de Paúl, aquel párroco de Chatillon-les-Dombes (Francia), en 1617. El lema de la Sociedad es “No hay trabajo caritativo ajeno a la sociedad”.
“Personalmente, me siento mal cuando veo gente pobre”, dijo Lupita Dávila, de la Iglesia San Joaquín, en Costa Mesa. “Yo hago esta caminata porque Jesús no sólo se compadeció de los pobres, sino que se interesó personalmente por sus necesidades”.
Amar y servir son parte muy importante de la llamada o vocación vicentiana, pero ¿Qué es amar y servir al prójimo, especialmente a los más pobres de los pobres?
“La misión de la Sociedad de San Vicente de Paúl es unirse en una relación de amistad para crecer espiritualmente, ofreciendo servicio de persona a persona a los que están necesitados o que sufren”, expresó Stuart Dale, tesorero del Consejo de San Vicente de Paúl en el Condado de Orange.
Las visitas a hogares, las cuales son hechas por un par de Vicentinos a la persona o familia que busca ayuda, es el símbolo más claro del compromiso de llegar a los necesitados y tratarlos con respeto y dignidad. En el hogar, la persona necesitada se sentirá que él o ella está siendo tratado como un prójimo, tal como lo hizo San Vicente de Paúl.
San Vicente de Paúl (1581-1660), fue el fundador de la Confraternidad de la Caridad y de la Congregación de la Misión al igual que otras organizaciones altruistas como las Hermanas de la Caridad.
En el mensaje dirigido al Superior General de la Congregación de la Misión, Rvdo. P. Richard McCullen, el 12 de mayo de 1981, con ocasión del IV Centenario del nacimiento de San Vicente de Paúl, el Papa Juan Pablo II proclamó a San Vicente de Paúl “heraldo de la misericordia y de la ternura de Dios”.
Ciertamente, en la historia del compromiso socio-caritativo, San Vicente de Paúl se yergue como un testigo excepcional del amor misericordioso, afectivo y efectivo.
En la actualidad, las Conferencias y Consejos de la Sociedad de San Vicente de Paúl, una sociedad de vida apostólica de derecho pontificio, utiliza los fondos recaudados para ayudar a las personas locales que viven en la pobreza. La meta en este año era recaudar 3 millones de dólares.
“Mi misión en la vida es ayudar a los más necesitados”, dijo Luke Thelen, presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl en la Iglesia de San Joaquín. “Yo no escogí esta misión por mí mismo; fue Dios quien así lo quiso para mi persona”.
A Vicente de Paúl le bastaba abrir el Evangelio para cerciorarse del amor de Jesús a la gente abandonada y desesperanzada.
En su vida, hay dos notas del amor que él subrayó con fuerza: la compasión y la misericordia. Ambas resaltan, sobre todo, en los misterios de la encarnación y la redención del Hijo de Dios, que nos reveló el amor trinitario y lo estableció entre nosotros mediante un servicio de oblación total al Padre.
“Vayan en su caminata, reflexionen y pregúntele a Dios Padre cómo pueden seguir siendo instrumentos de la misericordia de Dios con los pobres,” exhortó el Diácono Steve Greco, de la parroquia Santa Elizabeth Anne Seton, en Irvine, al bendecir a los peregrinos. “Sepan que a Dios le agrada cuando visten al desnudo y dan de comer al hambriento”.
Así, vistiendo trajes deportivos, gorras, lentes oscuros y hasta llevando algunas mascotas, los laicos y clero quienes son miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl recorrieron los 5 kilómetros a lo largo del Pacific Coast Highway a la orilla del mar en Huntington Beach hasta la avenida Brookhurst.
“Gracias a Dios hemos encontrado el camino en Cristo Jesús, nuestro Señor”, dijo Fran Lugo, feligrés de 69 años de edad de la Iglesia Santa Elizabeth Anne Seton. “Y habiéndolo hallado, ahora buscamos caminar el sendero, no por la puerta ancha, sino por la puerta angosta. Y nuestra vocación es ayudar a los pobres”.