“Gracias a Dios estamos muy bien. Son muchos años de vida y estamos muy contentos los dos”, expresa Onésimo, quien celebró sus bodas de Diamante el 16 de febrero, al lado de su esposa Lucina. Ellos cumplieron ¡75 años de matrimonio!
El mismo día de su tercera boda, Onésimo cumplió 100 años de vida. Su “media naranja” tiene 91 años. Se casaron un 17 de febrero de 1942.
Sin embargo, una semana antes participaron en la celebración del Día Mundial del Matrimonio, en la Catedral Nuestra Señora de Los Ángeles, al lado de otras 53 parejas quienes cumplieron 25 años o más de casados.
Con una sonrisa pícara y un gran sentido del humor, Onésimo afirma a OC Catholic que el mejor regalo que le dio alguna vez a su esposa “¡fui yo mismo!”
“Entonces, quiere decir que, ella se ganó la lotería por haberse casado con usted”, le preguntamos.
“No. Nuestro mejor premio fueron mis seis hijos; pero se nos murieron tres porque en aquellos años no había doctores en el pueblo”.
Lucina cuenta que a su pequeña Carmela le picó un alacrán cuando tenía 3 años y nadie se dio cuenta; Julio falleció a los 20 días de nacido y otra niña la perdió en un aborto espontáneo. Sobrevivieron Marcelina Isabel Carrera, 73; Luis Ramírez, 67, y Juana Torres, 63.
“En aquella época solamente había curanderos, no había carros para ir a Cuautla, que es la ciudad más cercana, había que hacerlo caminando, en tren o a caballo”, cuenta Marcelina Isabel, la hija mayor.
Los Ramírez nacieron y crecieron en el mágico pueblo de Atlatlahucan, Morelos, un sitio donde se entrelazan la fe y la tradición. Ellos contrajeron nupcias en el majestuoso ex convento de Morelos, dedicado a San Mateo Apóstol.
Onésimo y Lucina se dieron el “sí” ante Dios, por primera vez cuando él tenía 24 años y ella 15.
Ella dice que le gustaba verlo bailar en las fiestas del pueblo.
“Siempre andaba bailando con las muchachas”, dice. “Pero a mí no me molestaba”.
Él menciona que Lucina le gustó “por bonita y jovencita, nos quisimos mucho desde el principio y a la edad que tenemos nos seguimos queriendo”.
Sobre la base del éxito de su matrimonio de 75 años, Onésimo señala: “Yo siempre fui muy sincero con ella; nunca nos peleamos y en tantos años de casados nunca le toqué la cara como hacen otros individuos a sus mujeres. Cuando nos casamos no había tanto disturbio, y ahora hay muchas cosas y las parejas ya no se aguantan”.
consejos para las nuevas parejas
Lucina dice que aconsejaría a las nuevas generaciones de matrimonios, “a quererse mucho en primer lugar, porque así dura uno más tiempo; que no haya enojos ni nada. Nosotros nos hemos comprendido en todo y porque creemos en Dios hemos durado mucho; Dios nos ha bendecido, por eso nos está dando más vida; estamos contentos y vivimos contentos”.
“Y, usted ¿No lo cambiaría por otro?”, preguntamos a Lucina.
“No señor, mi cariño es para mi esposo”.
“Y usted, ¿Qué piensa, don Onésimo?”, volvimos a preguntar.
“Claro que no la cambiaría por nada del mundo. Lo importante es que somos católicos. Cada ocho días vamos a la Iglesia”, responde. “Nos gusta mucho ir a escuchar la Santa Misa”.
OCC: ¿Cuál ha sido el papel de Dios en sus vidas y en su matrimonio?
“Yo creo mucho en Dios; por eso creo que he durado mucho tiempo. Nuestro Señor me ha bendecido en todo”, contesta el hombre que por toda su vida se dedicó a la agricultura y a la siembra de maíz, jitomate, cacahuate y frijol.
OCC: ¿Hay algo que les falta hacer en la vida?
“A la edad que tengo debo de cuidarme mucho; a ver si vivimos otro poquito más”, comenta Onésimo.
¿Y usted sigue enamorada de un hombre mayor que usted?, se le preguntó a Lucina, en tono de broma
“Sí. Quiero mucho a mi esposo”, fue su respuesta. “Mi cariño es para él”.
¿Qué consejo les darían a las nuevas generaciones de matrimonios?
“Que se amen y se respeten siempre”, afirma él. “Creo yo que no hay más matrimonios de 75 años; hoy duran poco tiempo con la misma esposa…las parejas tienen distintos pensamientos, y en el tiempo que he vivido he mirado que duran poquito porque se ‘amarraron’ con otra u otro. Hay muchas diversiones en el mundo y de ahí viene el enojo de uno con otro, y por eso es muy difícil encontrar un matrimonio de calidad porque les falta lo principal: tener en sus corazones el amor de Dios”.