Hace más de un siglo, los trabajadores, a veces tan jóvenes como de cinco o seis años, sobrellevaban largas jornadas laborales, y condiciones de trabajo peligrosas, así como salarios bajos. Los trabajadores no tenían seguridad en sus puestos de trabajo y sin recursos para buscar un mejor empleo. Esto provocó las manifestaciones y huelgas de los sindicatos que exigían a los empleadores que proporcionaran un mejor ambiente de trabajo, el aumento de los salarios, un horario límite y la protección de los derechos de los niños trabajadores. El 5 de septiembre de 1882, 10,000 trabajadores marcharon desde el Ayuntamiento a Union Square en la ciudad de Nueva York en una campaña para promulgar más cambios y concientización sobre los problemas que enfrentaban. Por último, el 28 de junio de 1894, el Congreso nombró el Día del Trabajo como un día de fiesta nacional para los trabajadores.
A pesar de los orígenes tumultuosos, el día festivo puede proporcionar una oportunidad para mostrar a los niños el valor del trabajo.
“El tener la oportunidad de trabajar y utilizar los talentos que Dios nos dio, permite a los niños a sentirse útiles y ávidos, similar a cómo los adultos se sienten cuando encuentran una carrera profesional que se acopla a sus intereses”, explicó la Dra. Catherine Muzzy, directora de la escuela parroquial en San Eduardo el Confesor en Dana Point.
A veces los padres sienten que las distracciones pueden obstaculizar el que sus hijos aprendan lecciones importantes.
“En una sociedad que ofrece una gratificación instantánea, se necesita de dedicación para compartir con los estudiantes que el trabajo arduo es un esfuerzo permanente, desafiante y a veces, frustrante”, dice Julie Tipton, directora de los grados tres al ocho en la escuela San Junipero Serra en Rancho Santa Margarita. “El aprendizaje y crecimiento que tiene lugar en el proceso hace que un estudiante se sienta más agradecido, empático y más consciente de sí mismo. Los logros son importantes, pero la integridad y el compromiso son los beneficios a largo plazo”.
Carol Reiss, directora del preescolar al segundo grado de la escuela San Junipero Serra añadió: “El presentarles a los niños situaciones difíciles pero factibles puede ayudarles a experimentar la sensación del éxito. El elogiar a los niños por su esfuerzo, incluso cuando no son exitosos, y animarles a intentarlo de nuevo es clave para aprender sobre la perseverancia, una habilidad importante para la vida. También puede animar a los niños a orar y pedir ayuda a Dios cuando lo necesitan, así como modelar la esperanza en el Señor que los cuidará a través de los momentos más difíciles”.
La biblia también puede ser una fuente para mostrar cómo su trabajo alaba a Dios.
“Un verso que habla de reunir un tesoro en el cielo con nuestro trabajo en la tierra se puede encontrar en Colosenses 3 23-24: “Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa y la herencia. Es Cristo el Señor a quien servís”.
El Dr. Muzzy explica que “las escrituras nos centran en el servicio y el trabajo que hacemos por los demás como un medio de cumplir lo que Dios quiere que hagamos”.
Los estudiantes de las escuelas católicas de la diócesis son requeridos de ser voluntarios como parte de su formación en la fe.
“El programa, de tipo de guardianes, es para que nuestros estudiantes retribuyan a la comunidad por lo que hemos recibido”, dice Sally Todd, superintendente asociada de la Diócesis de Orange.
En San Eduardo el Confesor, la comunidad se reúne cada año para patrocinar un proyecto con “Niños alrededor del mundo” para preparar bolsas de comida para las partes del mundo donde existe una hambruna severa.
Los padres pueden ayudar a los niños a ser parte de proyectos como este si se acercan a su parroquia u organizaciones benéficas en su comunidad.