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DAR MISERICORDIA PROVIENE DE UNA PROFUNDA VIDA DE ORACIÓN

“LA TAREA QUE TENEMOS LOS CATÓLICOS ES DAR A CONOCER A DIOS PADRE”, AFIRMA EL DR. TIM GRAY, PRESIDENTE DEL INSTITUTO AGUSTINO

By JORGE LUIS MACÍAS     11/30/2016

“La misericordia viene de una vida llena de oración y no la podemos encontrar hasta que nosotros no encontremos la misericordia de Dios”, dijo el Dr. Tim Gray, presidente del Instituto Agustino, durante la presentación del tema “Llegar a ser como Jesús”, en el Teatro Freed del campus de la Catedral de Cristo.

Desde la caída de nuestros primeros padres, Adán y Eva, muchos católicos han tenido la tentación de desconfiar del amor y la misericordia que Dios Padre tiene para nosotros. ¿Por qué sucede esto? ¿Cuáles son los errores más generalizados que Dios es rápido para la ira, y que el Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento son distintos?

“En el arte y en nuestra imaginación, a menudo nos imaginamos a Dios el Padre como un anciano enojado”, dijo el orador, autor y profesor de renombre mundial. “Creo que tenemos esta falsa imagen de Dios porque el miedo es una emoción poderosa y, más aún, debido a que no conocemos las Escrituras y así llenamos los espacios en blanco con lo que suponemos Dios debe ser”.

Gray dijo que en el Antiguo Testamento la gente quería ofrecer sacrificios a Dios, por causa de sus mentiras y pecados ocultos, hasta que el Rey David hace algo distinto, porque tiene la integridad, la honestidad y el carácter para reconocer delante de Dios su pecado de adulterio con Betsabé, hija de Eliam y mujer de Urías el hitita, quien fue enviado a la batalla con su propia sentencia de muerte en la mano (2 Samuel 11: 1-27).

En efecto, en la vida del Rey David se dieron diferentes resultados: su salud espiritual se vio afectada (“Retira tu faz de mis pecados, borra todas mis culpas. Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme”, (Salmo 51: 11-12) porque su comunión con Dios sufrió una ruptura; su salud física fue dañada (“Pues en mí se han clavado tus saetas, ha caído tu mano sobre mí”, Salmo 38:3); su salud emocional fue estropeada (“nada intacto hay en mi carne por tu enojo, nada sano en mis huesos debido a mi pecado” (Salmo 38:4).

“David se arrepintió, tuvo el coraje de reconocer su pecado”, dijo Gray, quien posee un doctorado en estudios bíblicos y también enseña en el Seminario Teológico St. John Vianney, en Denver, Colorado. “Y la respuesta de Dios fue de misericordia”.

Ese fue el secreto y el éxito de David, quien comenzó a orar por arrepentimiento porque sabía que la Palabra de Dios es abundante en misericordiosa y es clemente. Y perdona todas las iniquidades, pecados y transgresiones.

“David tenía esperanza porque sabía quién era Dios, y el creador de Israel es fundamentalmente importante para nosotros, porque como pecadores no creemos en su misericordia”, expresó el doctor Gray. “Pero David sí, y a pesar de que es pecador logra el perdón del Dios misericordioso”.

la conexión de dios padre y dios hijo

Por lo anterior, expuso que la conexión de quien es Dios Padre la debemos hacer con la conexión de Cristo. Su perdón lo pedimos en el rezo del Padre Nuestro, cuando pedimos que perdone nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y le pedimos que no nos deje caer en la tentación y nos libre de todo mal.

“Esa es la condición que Dios quiere de nosotros”, afirmó.

¿Y cómo debemos demostrar que somos misericordiosos?, preguntó.

“Nosotros no podemos mostrar la misericordia hasta no encontrar la misericordia de Dios”, dijo. “Esta misericordia viene de una vida profunda de oración”.

Y, ¿cómo puedo preparar mi alma para recibir la misericordia de Dios?

“Lo maravilloso de la misericordia de Dios es que es un regalo, y realmente no necesitamos hacer nada excepto pedir humildemente su perdón y la gracia”.

Y, si Dios transforma nuestras vidas, aún en medio de tanta agitación a nivel personal, “confiar en Dios es una de las cosas más liberadoras que podemos hacer en la vida. Si Dios está en el primer lugar en nuestro corazón, todo lo demás, finalmente, cae en el lugar correcto en nuestra vida. Jesús prometió esto cuando dijo: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura” (Mateo 6:33).

Por ello, añadió, confiar en Dios, “es creer que Él quiere y querrá lo mejor para nosotros, y que su amor es más fuerte que nuestros pecados y heridas. La confianza en Dios crece con la oración. Cuanto más oramos, más aprendemos a confiar en Dios. Leer la Sagrada Escritura también nos ayuda a aprender a confiar en Dios”.

Gray señaló que la misericordia de Dios es su amor y perdón.

“Nosotros no la merecemos, y no se puede ganar, de lo contrario no sería misericordia, ¡sino un mérito!”, subrayó. “Una vez que sabemos lo mucho que Dios nos da, sin ser dignos de ello, vamos a dar a otros la misericordia, el perdón y el amor sin emitir juicios u orgullo. Cuando usted recibe la misericordia de Dios usted la convierte en compasión por los demás”.

Y dentro de este proceso de querer “Llegar a ser como Jesús”, el Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, interviene de manera fundamental.

“El Espíritu santo de Dios busca guiarnos, hablándonos a través de la conciencia para empujarnos a evitar el mal y hacer el bien. Al aprender a rezar y rezando en silencio podemos encontrar la guía del Espíritu de Dios. Además de la oración, ir a la confesión ayuda a limpiar nuestro corazón, para que así el Espíritu de Dios pueda ser más activo en nuestras vidas…La tarea que tenemos es dar a conocer a Dios Padre”.