Mundo

EL PROGRESO DE LOS PEREGRINOS

Cuando perdemos el camino en nuestro viaje de fe, el Sacramento de la Reconciliación nos señala el camino de regreso

By JENNA JONES     12/4/2015

Los disparos retumbaron por la Plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981. Cuatro balas alcanzaron al papa Juan Pablo II en el abdomen, casi rozándole el corazón. Cayó al suelo, mientras la multitud se dispersaba en pánico.

El hombre que disparó el arma, Mehmet Ali Agca, fue arrestado rápidamente y condenado a cadena perpetua por un tribunal italiano. Agca intentó asesinar a un hombre que nunca había conocido, pero, en lugar de condenar sus acciones, el papa lo visitó en su celada polvorienta y lo perdonó.

A través del sacramento de la reconciliación, se les recuerda a los católicos “que el amor salvador de Dios es más fuerte que el pecado”, explica el padre Gerry Horan, vicario para la Formación de la Fe de la Diócesis de Orange.

También conocido comúnmente como confesión o penitencia, el Sacramento de la Reconciliación incluye la confesión, la contrición, la absolución y actos de penitencia. El acto de confesión de los pecados en privado a un sacerdote surgió después del siglo VII y se extendió hasta el año 1215, en los tiempos del IV Concilio de Letrán.

“Incluso después de ser bautizados (que nos concede el perdón del estado de pecado original), un cristiano puede caer en pecado o ‘alejarse del sendero de la fe’ al ofender a Dios o al prójimo”, explica el padre Gerry. “Cada uno de nosotros es peregrino de un viaje; somos guiados por la luz de la fe. En ese viaje, luchamos contra nuestras debilidades y culpas. A veces caemos en el pecado. En esos momentos, debemos confiar en la gracia del perdón de Dios”.

Los documentos de la iglesia nombran a un oratorio o iglesia como el lugar adecuado para el Sacramento de la Penitencia. Sin embargo, el padre Gerry añadió que la iglesia permite a los sacerdotes utilizar su propio juicio en la administración del sacramento cuando sea necesario, sin importar la ubicación.

“El sacramento otorga el perdón verdadero al pecador sincero y arrepentido, lo que les dará la paz en el corazón y aliviar la conciencia perturbada”, explica el padre Gerry. “Por medio de este sacramento, los cristianos son liberados de los pecados cometidos después del bautismo. Aunque las faltas menores (pecados veniales) son redimidos a través de la participación en la oración y la Eucaristía, los pecados mortales deben de presentare ante Dios por medio de este sacramento”.

Aunque se alienta a todos los católicos a hacer uso del Sacramento de la Reconciliación, no todo el mundo lo hace de la misma manera. El Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado (CARA, por sus siglas en inglés) encontró algunas estadísticas interesantes mientras investigaba sobre la confesión en el 2008.

Para el informe, se pidió a los encuestados con qué frecuencia iban a confesarse. Cerca de uno en ocho católicos lo hicieron una vez al año, y sólo un 2 por ciento se confesaban cada mes.

Además, hay diferencias por generación. Cuarenta y dos por ciento de los católicos pre-Vaticano II participaron en la reconciliación una vez al año, en comparación con el 27 por ciento de los católicos del ‘milenio’. Los resultados también indicaron que los católicos mayores son más propensos a estar de acuerdo que el perdón requiere la confesión con contrición que las generaciones más jóvenes.

Asimismo, alrededor del 33 por ciento de los católicos indicaron que creen que podrían ser buenos católicos sin celebrar el Sacramento de la Reconciliación, al menos, una vez al año.

Para aquellos que puedan temer ser juzgados o condenados durante la confesión, el padre Gerry ofreció palabras de aliento: “Es difícil para cualquier persona el hablar de sus defectos o fallos. Es difícil admitir que no somos perfectos. Muchas personas podrían avergonzarse de sus pecados. Tal vez fueron la causa de algún daño a otros o actuaron de mala voluntad. Pero el Sacramento de la Reconciliación es un ‘lugar seguro’ donde deben encontrar la esperanza y el perdón, en lugar de ser juzgados o rechazados”.

Agregó que algunos católicos pueden asociar la confesión con una mala experiencia —posiblemente al sentirse juzgados o castigados— o podrían albergar culpa por actos del pasado. “Ese tipo de malos recuerdos no desaparecen rápidamente”, dice el padre Gerry. “No es raro escuchar la confesión de una persona que fue maltratada y que después se mantuvo alejado(a) del sacramento por 15 o 20 años”.

La mayoría de los sacerdotes entienden lo difícil que puede ser para las personas admitir fracasos personales, explica el padre Gerry. Recordó la historia de la mujer sorprendida en adulterio en el Evangelio de San Juan, capítulo 8. Jesús simplemente dijo: “Vete y no peques más”. Jesús ofreció a la mujer la compasión sin necesidad de un juicio y castigo severo, y los sacerdotes están llamados a ofrecer lo mismo.

“El Sacramento de la Penitencia ofrece esperanza y la sanación a las personas que sienten culpa, angustia o remordimiento por errores del pasado”, dice el padre Gerry. “Esta es la razón por la cual el papa Francisco brindó un ejemplo público de su propia participación en el sacramento. También enfatizó recientemente la disponibilidad del perdón y de la capacidad de los sacerdotes de perdonar el pecado del aborto, a fin de que todos los católicos estén conscientes de que el perdón de Dios está disponible ‘para quienes lo pidan’”.