En la formación del pueblo de Dios, los ministros proc-lamadores de la Palabra y los ministros extraordinarios de la comunión y ujieres deben tener una formación litúrgica “sobre todo espir-itual”, además de conocer los ritos, las diferentes formas de oración de la Misa, pero, ante todo, ser ejemplos de vida cristiana en fe y conducta.
Así lo demuestran semanalmente los servidores latinos en la Catedral de Cristo.
Constantino Viveros, coordinador del ministerio de proclamadores jóvenes de la Palabra, resaltó la importancia de la participación de estos en la celebración litúrgica. Lo hace desde 2017.“Ellos serán los futuros ministros extraordinarios de la Eucaristía y los próximos ujieres”, dijo Viveros. “Es im-portante formarlos en la fe, pero, sobre todo, motivarlos con el ejemplo propio, para que sirvan con alegría al Señor”. La palabra “ministerio” en latín sig-nifica “servicio”.
Viveros indica que los únicos requis-itos para pertenecer a esta misión es que los jóvenes sean bautizados, no tengan temor de estar frente al pueblo de Dios durante las misas, leer bien y tener con-ocimientos básicos de las Sagradas Es-crituras para realizar un servicio donde impere la caridad, humildad y obedien-cia, a semejanza de Cristo, que resume su vida en servir, y, por supuesto, que tenga conocimiento de los distintos tipos de textos y los tiempos litúrgicos
.Además, es preferible que el lector haya recibido el Sacramento de la Con-firmación, ya que es necesario que este en gracia sacramental con la Iglesia, de modo que participe de lleno en la cele-bración Eucarística.
“El servicio a los demás, nos asemeja a Cristo”, dijo Viveros.
De hecho, las últimas palabras de Cristo que se encuentran en el evange-lio, y que se consideran como el man-dato final de Jesús a los apóstoles son: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado” (Mateo 28: 19-20)
.El mandato del servicio no fue exclusivo para sacerdotes y diáconos. También los laicos bautizados tienen el legítimo derecho de proclamar la Pal-abra de Dios y servirle a Dios durante la celebración del banquete celestial.
“Lo mío fue un llamado de Dios que, mediante un hermano me invitó a inte-grarme al ministerio en la iglesia de San Calixto”, dijo María Graciela Zúñiga, feligresa nacida en Michoacán, México. “Ser proclamadora de la Palabra de Dios ha llenado mi vida espiritual tan hermo-sa, que no se puede explicar fácilmente”.
Justamente, como lectora o procla-madora de la Palabra en la Catedral de Cristo, ella entiende que es una misión divina, y esa dignidad no la puede ejer-cer cualquier persona que simplemente sepa leer bien, si antes no ha penetrado en el contenido de esa Palabra o si no vive en su testimonio de vida el mensaje de esa Palabra
.“Me preparo de antemano con las lecturas dominicales, para entenderlas y poder proclamarlas con el énfasis del mensaje; trato de entenderlas y meditarlas, y compartirlas primero en familia con mi esposo y mis hijos”, dijo.
“Proclamar es llevar el mensaje de Dios; nosotros solo somos instrumentos de El para llegar al corazón de los creyentes; lo que yo hago es solamente para darle gloria a Dios”.
El Concilio Vaticano II, que comenzó en 1962 y terminó en 1965, fue el que abrió las ventanas para renovar el ser-vicio en la Iglesia, y dio un lugar a los laicos, en la proclamación de la Palabra.Cuando un lector proclama, está ejerciendo un ministerio tan impor-tante, como el Sacerdote y el Diácono. El Sacerdote no puede comer el Pan de la Eucaristía, si antes no se ha comido el Pan de la Palabra de Dios, porque tiene como oficio transmitir al pueblo los mandatos de Dios.
“Nuestro corazón debe estar bien en-trenado para ser ejemplo a los demás”, dijo Octavio Abarca, presidente de la Adoración Nocturna en la Diócesis de Orange y ministro extraordinario de la Eucaristía dominical. “Nosotros tene-mos que ser fieles el mandato de Cristo de amar al prójimo como él nos ama”.
Enrique Mosqueda, coordinador del ministerio de bienvenida, que está integrado por casi 75 ujieres, dijo a OC Catholic dijo que el servicio que ellos realizan a la Iglesia debe cumplirse con una amabilidad y cordialidad que refleje la alegría de participar en la Sagrada Liturgia. “Los ujieres muestran la bienvenida de Cristo para su pueblo; así hacen sen-tir a los demás que son bien recibidos en la casa del Señor”, dijo Mosqueda, un católico nacido en Guanajuato, México.
Los ujieres no solamente recogen las ofrendas, sino que también durante a Santa Comunión garantizan un flujo ordenado de los feligreses y, cuando hay alguien con necesidades especiales notifican al diácono, sacerdote o los ministros extraordinarios de la Eucar-istía para que le den prioridad y pueda recibir la Eucaristía.