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FINANZAS BASADAS EN LOS VALORES RELIGIOSOS

LOS FIELES PUEDEN UTILIZAR SUS CREENCIAS PARA GUIAR EL ÉXITO DE SUS INVERSIONES

By MICHAEL J. MEDLEY     5/3/2016

Una jubilación segura y cómoda; la educación universitaria de nuestros hijos; la protección de nuestros bienes activos de impuestos excesivos. Estas son probablemente los principales metas de la mayoría de nosotros cuando contemplamos el tema de invertir nuestros recursos financieros que ganamos con tanto esfuerzo. Sin embargo, cuántos de nosotros nos detenemos para considerar cómo nuestras prácticas de inversión se ajustan a las enseñanzas y principios de nuestra fe católica.

Tal vez creemos que las finanzas y la religión son dos áreas completamente separadas en nuestras vidas. Tal vez no confiamos que las inversiones hechas con la aprobación de nuestras creencias espirituales podrán proporcionar el tipo de ganancias que buscamos. En la economía actual, algunos pueden pensar que la inversión católica implica orar un Ave María o dos antes de revisar las últimas cifras de las bolsas de valores en el Dow Jones o el NASDAQ.

Claramente, la enseñanza religiosa no se queda en silencio sobre el tema de la relación entre la fe y el éxito financiero, destacando que tal éxito nunca debe surgir con el detrimento de la dignidad humana. El Catecismo de la Iglesia Católica (Nº 2424) afirma que “una teoría que hace del lucro la norma exclusiva y el fin último de la actividad económica es moralmente inaceptable”.

La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) abordó el tema de las prácticas financieras socialmente responsables en su carta pastoral de 1986, “La justicia económica para todos”, donde insta a los católicos a considerar las “consecuencias humanas y contenido moral” de sus decisiones económicas. En el 2003, la USCCB emitió Directrices para inversiones socialmente responsables para dirigir sus propias prácticas de inversión, señalando que como “una organización católica, la Conferencia basa los valores, dirección y criterios que guían sus decisiones financieras en el Evangelio, las enseñanzas de la Iglesia Universal y las declaraciones de la USCCB”.

Estas directrices se dividen en seis áreas principales de interés utilizadas por la USCCB para determinar la idoneidad de una empresa como candidato de inversión. Estas áreas son: la protección de la vida humana; promover la dignidad humana; la reducción de la producción de armas; la búsqueda de la justicia económica; la protección del medio ambiente; y alentar la responsabilidad corporativa.

El que las directrices prohíban la inversión en empresas que participan directamente en la práctica del aborto, la fabricación o venta de anticonceptivos, o que se dediquen a la investigación con células madre embrionarias o la clonación humana no es una sorpresa, ya que estas son todas violaciones claras y directas a las enseñanzas de la iglesia. Además, las directrices también toman en consideración temas de un alcance más amplio como la discriminación racial y de género, salarios justos y ambientes de trabajo seguros, y el manejo adecuado de los recursos naturales del mundo.

Entonces, qué significa todo esto para el católico promedio que intenta construir la mejor base financiera para su familia. Además de descifrar las complejidades de las declaraciones de pérdidas y ganancias, ahora parece que el inversionista católico con conciencia social debe alinear las prácticas de una empresa con las enseñanzas de la iglesia; esto puede que no sea tan difícil como parece.

En los 30 años transcurridos desde que se publicó “Justica económica para todos”, las empresas que asesoran sobre la inversión basada en la fe están disponibles más fácilmente para el consumidor. Una de estas empresas es “Investing for Catholics”, ubicada en Irvine.

María Brunson, vicepresidenta de “Investing for Catholics”, se desempeñó como reportera financiera, y puede ofrecer algunos consejos sabios sobre estos temas. Ella aconseja a los católicos que intentan adaptar sus prácticas de inversión para complementar su fe, una buena política de inversión es clave para encontrar y permanecer en el camino.

Una política de inversión normalmente es un documento escrito. “Se trata de una guía, si se quiere”, explica Brunson. “Es realmente muy simple el adaptar la política de inversión para incorpora la coherencia con la fe. He visto a algunas personas que aplican un enfoque de selección de acciones individuales para elegir a las empresas que ‘les agrada’ desde una perspectiva de fe e inversión”. Esto no solo es tediosos y costoso, también puede aumentar los riesgos.

Brunson cita publicaciones católicas como el National Catholic Register en el internet y U.S. Catholics como una buena fuente de información para los inversionistas. Agregó que el asesoramiento que ofrece “Investing for Catholics” se acerca a las directrices de la USCCB. “Estos criterios y proceso de filtración es el más completo que conozco”, dice, “y, aun así, resulta en una cartera de inversión de diversificación masiva”.

Brunson advierte a los inversionistas a adoptar un enfoque pragmático e identificar primero una estrategia de inversión sólida. “Tómese su tiempo para aprender acerca de lo que funciona en la inversión de valores”, aconseja. “Hay mucho que aprender acerca de cómo funcionan los mercados financieros”.

Una vez que el inversionista pone en marcha la implementación de una estrategia sólida de inversión, entonces es el momento de acercarse a la última pieza del rompecabezas —la coherencia con la fe. “La clave”, dice, “es encontrar la fuente de información que se una los principios sólidos de inversión con las inversiones basadas en la fe. Vale la pena el esfuerzo, porque al hacerlo, un inversionista católico puede contar con una cartera de inversiones con la cual se sienta satisfecho en todos los sentidos”.