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LA CUSTODIA DE LA ESPIRITUALIDAD: EL DIEZMO ES NUESTRO REGALO DIGNO Y SANTO

By EL REVERENDO ANDREW KEMBERLING     2/19/2016

Vivimos en un mundo que ha perdido el sentido de la santidad, a medida que los valores seculares alejan a Dios de nuestras vidas diarias. Por lo contrario, la custodia de la espiritualidad reclama lo que es santo. ¿Qué significa ser santo? La santidad significa ser elegido para la obra de Dios. Las personas, lugares, cosas y eventos pueden ser elegidos para la obra de Dios. Los dos requisitos necesarios son que tiene que ser preciado y digno.
El ser preciado es ser único y especial, difícil de conseguir, y valioso. Debido a que el oro es un metal precioso, se utiliza de forma natural para crear objetos sagrados. Pero el simple hecho de ser de oro no es suficiente, debe ser digno. La dignidad se basa en la pureza, la integridad y la bondad. La sanación y limpieza logra la dignidad.
Y ahora nos centraremos en el dinero. El dinero no es malo en sí mismo. Es la adoración al dinero lo que es malo. El dinero puede tener santidad. El dinero que es elegido para el trabajo de Dios es parte de la fórmula. El dinero es valioso cuando quien lo da lo considera como lo primero y lo mejor. La dignidad que se requiere se manifiesta cuando el regalo del dinero es purificado por la intención religiosa de entregar el regalo como un acto de adoración. El diezmo, en el contexto de la limosna durante la misa, es un buen ejemplo.
Jesús eliminó abiertamente la parte de la ley que se ocupa de las restricciones dietéticas en su ministerio. Es por eso que podemos comer carne de cerdo y hamburguesas con queso y tocino. Los requisitos de sacrificios de animales se cumplieron con el sacrificio de Jesús en la cruz. El diezmo, por el contrario, es una enseñanza que Jesús afirma y nos pide que hagamos abiertamente.
El mejor lugar que conozco que demuestra esto es en el Evangelio de San Lucas. Dice: “Mas, ¡ay de vosotros, fariseos!, porque pagáis el diezmo de la menta y la ruda y toda clase de hortaliza, y sin embargo pasáis por alto la justicia y el amor de Dios; pero esto es lo que debíais haber practicado sin descuidar lo otro”. Lucas 11 42.
Jesús dice claramente que no debemos pasar por alto el diezmo. El diezmo, por lo tanto, es una verdad bíblica. Esta es una práctica que se nos pide observar incluso hasta nuestros días. La comprensión bíblica del diezmo proviene de la idea de que Dios nos concede todo lo necesario para vivir. Dios nos hizo con la necesidad de dar. Es por eso que tenemos una necesidad de dar, antes de dar a una necesidad. El diezmo es la décima parte de la primera producción de la tierra. En términos modernos, entregamos a Dios el 10 por ciento de nuestro ingreso bruto anual. No se detiene allí, para que el diezmo sea preciado, tiene que ser el primer 10 por ciento, no las sobras. Nuestra honestidad con Dios probará nuestra dignidad. La dignidad es continúa cuando el regalo de dinero se ofrece a Dios como un regalo en el sacrificio de la misa. El regalar a Dios como muestra de gratitud es purificador. Cuando se regala el dinero de esta manera, el dinero es sagrado.
El significado espiritual del dinero requiere que la limosna durante la misa no compita con las recaudaciones de fondos. Las recaudaciones de fondos pueden reforzar el consumismo. La santidad requiere que todas las donaciones monetarias se den durante la misa, para que el dinero sea visto de una manera espiritual. Un enfoque del consumismo dice que no reciben ningún beneficio de la misa. Mi respuesta es: “¿Qué ofrece usted a la misa?” Cuando llegamos dispuestos a dar, Dios estará dispuesto a corresponder. La Biblia nos dice que nunca lleguemos a Dios con las manos vacías. Cuando reflexionamos sobre la santidad de nuestro regalo, se nos invita a reflexionar sobre la santidad del regalo de Dios hacia nosotros. Cambiamos del consumismo al discipulado. Cuando oímos que se llamó a Jesús “el cordero de Dios”, entendemos que Jesús es el primero y el mejor. De hecho, Jesús es el único Hijo de Dios.
En un mundo que no conoce la santidad, la custodia transforma el consumismo en discipulado. Aprendemos a ver el dinero como un regalo sagrado a Dios. Las personas, lugares, cosas y eventos pueden ser santos. Todos estamos llamados a la santidad. Esperamos que nuestro regalo santo a Dios sea una señal de nuestra propia santidad.
El diezmo es una verdad bíblica viviente. Cuando apartamos nuestro dinero para la obra de Dios, convertimos a Dios en una prioridad. Es preciado y digno cuando es visto como lo primero y lo mejor que entregamos con humildad en la misa. Nosotros, a cambio, recibimos el regalo de Dios mismo.