Mundo

LA MISERICORDIA DE DIOS SIEMPRE PRESENTE

By JORGE LUIS MACÍAS     2/11/2016

María Santos se desborda en lágrimas cuando da a conocer su testimonio sobre la misericordia de Dios en su vida.

Recuerda que, en 2010 sus padres y hermanos se mudaron de Santa Ana, CA al estado de Arkansas, en busca de trabajo. En cualquier situación apremiante, ella acudía a su familia en busca de ayuda y ahora ya estaban lejos.

“Las cosas iban mal”, cuenta. “También, mi hijo y yo perdimos el trabajo y él andaba con malas amistades”.

Pero la ex asistente de enfermera y su esposo, Miguel Sarmiento, no cesaron de rezar juntos, aunque las puertas se cerraban.

Gracias a su hija Lilian -nacida en Estados Unidos- fue que comenzaron a ver la luz al final del túnel, acerca de su estatus migratorio.

“Yo me refugie en mi Señor”, comenta. “Lilian hizo la petición migratoria y en tres meses arreglamos nuestros papeles”.

En el pasado, María temía que en lugar de dos semanas de vacaciones que había solicitado, sus empleadores la despidieran; debido a su estatus migratorio.

“Me iba caminando a la iglesia más cercana y le presentaba todos mis problemas a Dios”, recuerda. “Mi esposo me decía que no debía desesperarme porque el Señor siempre estaba conmigo”.

María recuperó la alegría al ver a Julio César, su hijo, enderezar su rumbo en la vida; a Liliana, su hija, que sigue en el camino de Dios y como culmen pudo presenciar la graduación de su hija Jessica.

“La misericordia de Dios llegó a nuestra familia”, comenta. “Otro regalo que recibimos es que, luego de que esperar 18 largos años, mi esposo ya tiene la oportunidad de ir a ver a sus padres [a Fresnillo, Zacatecas, México]”.

María Santos, junto con Elia Vega, son feligresas de la Iglesia de Nuestra Señora de LaVang, en Santa Ana, CA y son copresidentas del grupo parroquial del Señor de la Divina Misericordia.

“La misericordia de Dios es infinita; lo es todo”, afirma. “Ahora entiendo que la misericordia es mi amanecer de cada día… el perdón de mis pecados. Aparte, Dios me libró de dos tumores, uno en el seno y otro en la matriz”.

Ahora, ella espera practicar la misericordia con su prójimo: su familia, amistades y extraños. Afirma, “Quiero llegar a Dios por la puerta estrecha”.

Durante las Vísperas de la Divina Misericordia de 2015 el Papa Francisco entregó a la Iglesia la Bula del Año Santo “Misericordiae Vultus”, para explicar el significado del Año Santo Extraordinario.

La bula de convocatoria se presentó ante la Puerta Santa de la Basílica de Letrán, y el jubileo se abrió en la fiesta de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. Finalizará en la fiesta de Cristo Rey, el 20 de noviembre de este año.

El Papa explicó en la Bula su deseo ardiente que, durante el Jubileo, “el pueblo cristiano pueda reflexionar sobre las obras corporales y espirituales de misericordia”.

“Será una manera de despertar nuestra conciencia, demasiado a menudo sorda frente a la pobreza”. Y añadió que la misericordia “es el fundamento mismo de la vida de la iglesia y toda su actividad pastoral debe ser contenida en la afección que se hace presente a los creyentes”.

Elia Vega, originaria de Jerez, Zacatecas, México y copresidenta del grupo parroquial del Señor de la Divina Misericordia, dijo que desde 2008 a aumentado el número de participantes en este el ministerio.

“Nuestros hermanos piden personalmente, o por teléfono, que se anoten sus necesidades en un cuaderno y se las presentamos cada lunes a Nuestro Señor”, informa. “Algunos, después vienen y dan su testimonio, incluyendo a cuatro parejas que ya han recibido el sacramento del matrimonio, personas que han salido de la cárcel o que no estaban cerca de Dios”.

Ese es el caso de Samuel Morales Granados, a quien Dios llamo a una conversión.

“Yo antes era malo, pecaba de soberbia, era envidioso y criticaba todo y perdí amigos y familiares”, menciona. “Ya he recuperado mucho de lo perdido y doy fe que la misericordia del Señor alcanza a todos; Él hace milagros cuando uno se presenta Él con humildad”.

Dice no ser un católico experto, pero ya está aprendiendo más de Dios.

“Lo amo más, o tanto como a mi esposa Filomena y a mis hijos Jesús, Samuel y Pilar”. “Creo que eso es  parte de la misericordia del amor de Dios en mi vida”.

Por ello, el hombre de 65 años de edad aconseja: “no basta ser católico, hay que adentrarse en los pensamientos del Evangelio, en la Palabra del Señor que lo endereza a uno en su camino”.