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LAS POSADAS, UNA TRADICIÓN QUE GUÍA HACIA EL NACIMIENTO DEL NIÑO JESÚS

Inmigrantes católicos Hispanos continúan los centenarios festejos en iglesias de EEUU

By JORGE LUIS MACÍAS     12/17/2015

“En el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada”, es el cántico de los santos peregrinos, María y José, durante las tradicionales posadas decembrinas en hogares e Iglesias de México, Latinoamérica y Estados Unidos.

La celebración concluye al entonar la letanía con el estribillo: “Entren santos peregrinos, peregrinos, peregrinos, reciban este rincón. Y aunque es pobre la morada, la morada, os la doy de corazón”.

Fue el fraile Agustino Diego de Soria quien creó en 1587 el festejo de las posadas. Él obtuvo indulgencias del Papa Sixto V, y la realización de un novenario de misas de aguinaldo en los días previos a la Nochebuena.

El objetivo del prior del convento de San Agustín Acolman, Estado de México era ayudar a desterrar algunas prácticas paganas de los indígenas de tiempos prehispánicos.

Los nuevos conversos al catolicismo acogieron con gusto las misas, ya que los mexicas celebraban en invierno el adviento de Huitzilopochtli, su deidad de la guerra y tras la conquista de Tenochtitlan (1519-1521) los personajes de José y María sustituyeron al dios mexica en el mes de Panquetzaliztli o época invernal.

Añadido el toque mestizo a la tradición, los evangelizadores agustinos y franciscanos llevaron a México las posadas, las pastorelas y la centenaria tradición de “arrullar al Niño Dios”.

“Para mí, las posadas son un acto de unión familiar y de comunión en nuestra comunidad”, dice Marisela Morán, coordinadora de la comunidad Hispana, en la Iglesia Santa Cecilia en Tustin, CA “Representan seguir con nuestras tradiciones que nos llevan al nacimiento del niño Jesús y nos guían en todo lo que conlleva la temporada de Adviento”.

Debido a que se celebran durante los nueve días previos a la Navidad, las posadas se entienden como un novenario de rosarios o misas y representan el viaje que realizó la Sagrada Familia (Jesús, María y José) de Galilea a Belén. Ellos debían participar en un censo ordenado por el emperador Julio César que terminó con la huida de la Virgen y San José cuando se enteraron que el rey Herodes quería asesinar al niño Jesús.

Los nueve días de las posadas, representan, además, los nueve meses de embarazo de María, antes que Jesús naciera por obra y gracia del Espíritu Santo, es decir, sin dolor ni mancha en el parto, en el portal de Belén.

Pedir posada hace alusión a la búsqueda de la Sagrada Familia, de un lugar donde alojarse y pasar la noche.

“En mi niñez, allá en una vecindad de México, D.F. los vecinos de nueve viviendas nos reuníamos para celebrar las posadas”, recuerda Marisela. “Aunque éramos familias de bajo nivel económico, nunca faltaban los aguinaldos para los niños, las piñatas y los ponches tradicionales; mi madre, siempre trató de tener su dinerito para cooperar”.

El carácter religioso de las posadas, que se celebran del 16 al 24 de diciembre es simbólico: el primer día se refiere a la humildad para la convivencia en armonía; el segundo representa la fortaleza para realizar las tareas del día a día; el tercero, significa el desprendimiento para rechazar todo deseo que desvíe a la persona de la fe católica y el cuarto, amar a s prójimo.

El quinto día significa la confianza en la misericordia divina de Dios; el sexto, la justicia para tener intención recta en los actos personales; el séptimo, la pureza para rechazar las asechanzas del demonio y los dos últimos días, la alegría para alcanzar el cielo y la generosidad humana para entregar la vida al servicio de Dios.

“A mí lo que me más me gusta de las posadas es no perder los valores y tradiciones de nuestra iglesia”, observó Otilio Garnica, feligrés de la Iglesia Inmaculado Corazón de María, en Santa Ana. “A mis hijos, Josué y Manuel les encantan los villancicos”.

Según la tradición adoptada en España y posteriormente en América Latina en el siglo XVI, en las posadas, la piñata debe ser una estrella con siete picos; cada pico es uno de los siete pecados capitales: lujuria, envidia, gula, avaricia, soberbia, pereza e ira. Debe romperse con un palo, que representa la fortaleza y la fuerza de Dios con la que alguien –con los ojos vendados- en alusión a la fe vence al pecado, la quebrará y recuperará la gracia necesaria para alcanzar la salvación representada por la caída de frutas y dulces.

“Por cuestiones de seguridad para los niños, no tendremos piñata durante las posadas”, informa Marisela Morán. “Aun así, los grupos y servidores de la parroquia traeremos aguinaldos, chocolate y pan para todas las familias”.