En apariencia, Dennis Rader era un buen hombre. Un esposo amoroso y un líder de los Scouts; sirvió como presidente del consejo de su iglesia local de Cristiana Luterana.
Pero Rader tenía un secreto: Entre 1974 y 1991, este pilar ejemplar de la comunidad y la iglesia asesinó a 10 personas en el condado de Sedwick (Kansas). En cartas donde se burlaba de la policía local y los medios de comunicación, describió los detalles de cada asesinato, refiriéndose a sí mismo como el asesino BTK; las siglas significaban “atar”, “torturar” y “matar” (por sus siglas en inglés).
Incluso la persona más secular al enterarse de esta historia tendría dificultades para negar la existencia del mal. Cualquier persona que simplemente navega en línea o lee un periódico se somete a lo que muchos dicen es una prueba irrefutable de que el demonio existe en nuestro mundo. ¿Pero es él una entidad verdadera o simplemente una metáfora para el concepto del mal?
“La Iglesia Católica es muy clara sobre esto: el diablo es real”, explica el padre Christopher Heat, pastor de la Iglesia Católica St. Hedwig, en Los Alamitos. “Por eso contamos con la enseñanza católica, el catecismo, el bautismo y los rituales contra el mal”.
La Biblia dice que el demonio puede emerger en muchas formas. Incluso puede manifestarse como un “ángel de luz”, una figura engañosa que puede vislumbrarse en la bondad: un cristiano modesto y humilde que vive en Kansas, por ejemplo.
En el cristianismo, el diablo se presenta como el oponente más significativo de Dios. Hoy, a muchos cristianos se les enseña a enfocarse en lo positivo –el amor, la gracia, la caridad y la esperanza– para excluir el mal. Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia Católica señala: “Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres acecha una voz seductora, opuesta a Dios, que los hace caer en la muerte por envidia. Las Escrituras y la Tradición de la Iglesia ven en este a un ángel caído, llamado ‘Satanás’ o ‘el demonio’”.
Las señales contemporáneas del diablo incluyen la falsa doctrina, la injuria, el orgullo, la vanidad, la arrogancia, la deshonestidad y la falta de fe. Otra es la tentación.
“Hay diferentes niveles de interacción que el mal tiene con los seres humanos”, dice el padre Chris. “El nivel más bajo, y el más común, es la tentación, algo que todos sentimos de vez en cuando. Esto puede incluir pensamientos de locura y aleatorios que llegan a nosotros sin nuestra licitación, y visitar sitios en el internet o programas de televisión que deberíamos evitar”.
El padre Chris recomienda el libro “The Screwtape Letters”, de C.S. Lewis. “Está escrito desde la perspectiva del mal. El demonio habla de cómo tienta a los humanos, y al leerlo podemos aprender cómo algunas tentaciones pueden ser muy inocuas”.
Los otros niveles de interacción con el mal, en orden ascendente de peligro, dice el padre Chris, incluyen: “La obsesión, la opresión y la posesión. Las posesiones son la forma más severa de demonización. Aunque son raros, se sabe que suceden. Por esta razón, el catolicismo tiene el ritual de exorcismo”.
Tanto los creyentes como los no creyentes preguntan con frecuencia: ¿cómo puede existir el diablo, en cualquier nivel, si existe un Dios Amoroso y Todopoderoso? ¿Por qué permitiría Dios el mal en el mundo?
“Dios dio a los ángeles y al hombre el libre albedrío, y al hacer eso creó el riesgo de que las cosas pudieran descarrilarse”, explica el padre Chris. “Si no tienes libre albedrío, no tienes amor. Por ejemplo: Hacer un hechizo sobre alguien para que él o ella te ame, tu posesión no te está amando de verdad. Pero con el libre albedrío, usted tiene la posibilidad de que sucedan cosas malas”.
“Podemos preguntar: ‘¿cómo Dios trabaja en un mundo que ha sido distorsionado de lo que Él quiere? Y, ¿cómo nos rescata?’ Esa es toda la historia del cristianismo: hemos estado luchando para retomar el mundo de una potencia extranjera que piensa que gobierna al mundo. Si Dios hubiera creado las cosas de manera diferente, no habría libre albedrío, y no habría amor”.
Puesto que Dios no nos creó para ser plantas de interior con base de carbono bilateralmente simétricos, debemos lidiar con esa espada de doble filo.
“Todo lo que le importa al mal es hacerle daño a Dios”, dice Chris. “Si el mal nos puede dañar, el mal puede dañar a Dios. Ese es el precio que debemos pagar por el libre albedrío”.
Entonces, ¿cómo podemos hacer frente a la tentación y, por extensión, al mal general?
“Primero, tener el buen hábito de la oración”, explica el padre Chris. “Cuando se es más consciente de la Gracia y la presencia de Dios en nuestras vidas, es más probable que se dé cuenta cuando la mente se dirige al pecado. Pero si usted tiene una debilidad en su vida, y lo deja tomar el control, puede esperar que lo conduzca a algo malo. Pero con una vida regular de oración, puede alcanzar la gracia, y puede redirigir sus pensamientos hacia algo mejor”.
“El otro aspecto es el autocontrol”, dice. “La gente no quiere hablar mucho de esto hoy en día, pero ayuda a ser moderado con lo que se ‘consume’ y tener cuidado con su alrededor”.
Aunque los Dennis Raders de este mundo son mucho menos de uno en un millón, debemos recordar que el demonio es 100 por ciento real.