La pandemia de COVID-19 no detuvo la procesión anual en honor al Señor de los Milagros, santo patrono de Perú, en la Catedral de Cristo de Garden Grove, California, gracias al permiso especial que otorgó el Rev. Obispo Kevin W. Vann.
Bajo estrictas medidas de seguridad y salubridad, fieles peruanos y latinoamericanos unieron sus oraciones y corazones para aplaudir y derramar lágrimas de amor ante la réplica de la imagen del “Cristo moreno” de Pachacamilla.
Entre los centenares de participantes, estaba el abogado peruano, Iván Adolfo Pascual Goñi, sobreviviente de Covid-19, quien fue uno de los 32 cargadores de la imagen.
“A finales de marzo contraje el virus y pasé ocho días en el hospital; no podía respirar y cuando sentía que estaba en mi último aliento de vida, invoqué al Señor de los Milagros y en ese mismo instante logré la bocanada de oxígeno que necesitaba para vivir”, relato el feligrés de 41 años.
A causa de la pandemia, la majestuosa celebración con millones de devotos fue cancelada este año en Perú. Era imposible mantener el distanciamiento requerido por las autoridades de salud para evitar la propagación del coronavirus.
Sin embargo, en el Sur de California, centenares de devotos peruanos y latinoamericanos festejaron unidos la tradición de venerar la imagen del “Cristo moreno”. La procesión con el anda de 1.4 toneladas de peso se celebró en la plazuela de la Catedral de Cristo.
“Hemos venido para pedirle juntos, consuelo y esperanza; que acoja a sus hijos suplicantes”, dijo el 24 de octubre, el Reverendísimo Obispo Auxiliar de la Diócesis de Orange, Timothy Freyer.
La celebración del Señor de los Milagros se remonta a 1655, cuando un gran terremoto sacudió Lima, Perú. Miles de personas murieron o se quedaron sin hogar. Se dice que la iglesia y el monasterio de las Nazarenas y el edificio de la cofradía del Señor de los Milagros contenían una pintura de la imagen de Cristo en la Cruz. La mayoría de las casas y edificios de la región fueron destruidos, al igual que el hogar de la hermandad.
Sin embargo, la pared en la que colgaba la imagen de Cristo crucificado que pintó con la técnica al temple un esclavo negro de la casta Angola permaneció en pie y la pintura no sufrió daños. En septiembre de 1671 se celebró la primera misa frente al Cristo crucificado del distrito de Pachacamilla, Perú y hoy continúan las misas de celebración.
Baldo Paseta, presidente de la Hermandad del Señor de los Milagros Peregrino del Sur de California dijo a OC Catholic que la fiesta religiosa ha crecido como una devoción de amor y sacrificio por cargar a Jesús sacrificado.
“Para nosotros es un momento muy especial, un momento de gracia donde el ama se emociona por cargar a nuestro Señor crucificado”, dijo Paseta. “Es, además, un momento especial de oración y de gracias por las bendiciones recibidas”.
Paseta dijo que ha recibido numerosos favores del Señor de los Milagros, de quien se convirtió en un verdadero devoto, después de superar problemas de salud y la recuperación de severos problemas financieros en su empresa, allá por 2008.
“Puse todos mis problemas en sus manos y, poco a poco se fueron resolviendo”, recordó.
Desde niña, Teresa Haro también era fiel del Señor de los Milagros en su natal Lima, Perú. Sus padres le inculcaron la fe. Ella es una sahumadura que agradece a Dios por el milagro de volver a caminar.
Cuando tenía 40 años, Teresa se cayó de una escalera y estuvo postrada en una silla de ruedas por tres años.
“Los médicos dijeron que las lesiones que tenía en las piernas y en la columna vertebral eran tan severas que nunca más volvería a poder caminar”, dijo la mujer, ahora de 56 años. “Dijeron que viviría inválida por el resto de mi vida, pero el Señor de los Milagros tenía otro destino para mí, y hoy lo alabo y bendigo sahumándolo”.
Las sahumadoras, son mujeres que portan un sahumerio o pebetero durante la procesión religiosa. Su tarea es sahumar, es decir, “dar humo aromático” o incienso a la imagen del Señor de los Milagros.
Y venerarlo, así como lo hicieron con gran fervor centenares de sus compatriotas.