El antiguo axioma griego: “Conócete a ti mismo” aplica, sin duda, a lo que la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos tiene que decir al respecto de, por supuesto, los obispos: “Como sucesores de los apóstoles y maestros de la Iglesia, los obispos tienen el deber de entregar lo que Dios nos ha revelado y alentar a todos los miembros de la Iglesia a profundizar en la compresión del misterio y el regalo de la Eucaristía”.
Lo que no menciona, sin embargo, es el papel de un obispo como administrador, maestro, académico, motivador, y, cuando sea el caso, motivador. Por encima de todo, un obispo debe ser un líder eficaz y un seguidor humilde: el primero ante la diócesis, el último ante Jesús.
Sorprendentemente, la descripción de la Conferencia de Obispos no menciona los malabares. Así es, los malabares. Con un suministro interminable de fe y dedicación, los obispos deben, con frecuencia, hacer malabares con todas las funciones mencionadas en el curso normal de cualquier día. No es una tarea fácil, pero es una noble vocación.
Billy Graham dijo una vez: “El mayor legado que se puede heredar…no es el dinero u otras cosas materiales acumuladas durante la vida, sino más bien un legado de carácter y fe”.
Carácter y fe: Estas dos palabras vienen a la mente cuando se reflexiona sobre la vida y obra de los Reverendísimos Tod Brown y Dominic Luong, dos hombres que dieron mucho por la Diócesis de Orange. Después de décadas de servicio, el obispo Brown renunció a sus funciones hace cuatro años, y el obispo Luong tan solo desde el año pasado.
Pueden estar jubilados, pero de ningún modo inactivos.
obispo tod brown
Iniciar un nuevo negocio requiere largas horas y “sudor”, pero el vigilar ese mismo negocio durante un período de crecimiento explosivo, requiere visión y dedicación. Aunque no es un negocio (el personal de finanzas pudiera argumentar lo contrario), la diócesis fue dirigida por el obispo Tod Brown durante un período de gran expansión, duplicando su tamaño a 1.2 millones de seguidores durante sus catorce años como obispo. Y reconoció la creciente diversidad del condado, cuando en su primera misa dio las gracias a la congregación en inglés, español, vietnamita, tagalo y coreano.
Aunque el obispo Brown se jubiló, su labor de amor continúa.
“Antes de jubilarme”, dice, “diseñé un plan para ayudar al obispo Vann (su sucesor) de cualquier manera que pudiera hacerlo”. Junto con su diálogo religioso y trabajo ecuménico (como obispo, hizo hincapié en la importancia de las relaciones interreligiosas y ecuménicas): “Me gusta participar en algún tipo de ayuda a los pobres. Me gustar estar ocupado”.
Ocupado, sí. Apenas la semana pasada, en la Iglesia St. Columban en Garden Grove, ungió los santos aceites a pacientes y bendijo las manos de los cuidadores con agua bendita de Lourdes (Francia).
“El cuidado de los enfermos y débiles es el ministerio al que todos estamos llamados como cristianos”, dijo el obispo Brown en un artículo del semanario Orange Catholic News el 30 de enero. “Como sociedad, muchas de las personas dedicadas que cuidan a los más vulnerables no reciben el reconocimiento a los méritos de su servicio”.
La transición a la jubilación no fue fácil al principio. “Realmente, tomó de uno a dos años de ajustes”, dice, haciendo hincapié en la importancia de planificar la jubilación. “Es un estilo de vida diferente”.
Ese estilo de vida incluye viajes alrededor del mundo. El obispo Brown ha visitado Francia, Italia, Vietnam y Hong Kong, entre otros lugares.
“Me siento bien al ser capaz de mantenerme ocupado, y poder decidir qué haré y cuándo lo haré”, explica el obispo Brown. “Tener más control de mi tiempo es algo que me gusta. Estoy disfrutando mucho de mi jubilación”.
obispo dominic luong
Reflexione sobre cómo fue la vida de Dominic Luong cuando llegó a los EE. UU. de Vietnam para estudiar para el sacerdocio. Imagine el choque cultural, la barrera del idioma, las expectativas de una familia católica devota del otro lado del mundo.
Ahora, imagine enfrentar todo esto a la edad de 16 años.
Así que, para 1975, nueve años después de su ordenación, el entonces padre Luong fue una tremenda ayuda para miles de refugiados que inundaron a los EE. UU. después de la caída de Vietnam del Sur. Un arzobispo lo convenció para trasladarse a Nueva Orleans, a donde llegaron un gran número de vietnamitas.
Años más tarde, el obispo Tod Brown presentó una petición al Vaticano para un, muy necesario, segundo obispo auxiliar, ya que miles de refugiados vietnamitas también se habían establecido en el condado de Orange. El que fue un muchacho inmigrante, de ojos grandes, de 16 años, fue nombrado el primer obispo católico, nacido en Vietnam, en los EE. UU.
En estos días, “la jubilación es muy buena, porque tengo más tiempo para mí”.
Sigue activo en la Iglesia, y está escribiendo un libro: “María de Vietnam”. “Se trata de los muchos lugares donde la Virgen se ha aparecido en Vietnam. Cada aparición ha dejado un mensaje diferente y único”.
“Yo también participo en un grupo de Lectio Divina (lectura divina)”, añade el obipos Luong. “Nos reunimos todos los meses, celebramos adoraciones eucarísticas y la liturgia. Y cada año, durante la Cuaresma, participamos en un retiro de cuatro días en un monasterio”.
Se mantiene activo en San Buenaventura, en Huntington Beach. “Cuenta con una gran comunidad vietnamita”, dice. “Me gusta estar en contacto con mi gente”.
Aunque al obispo Luong le gutaría embarcarse en peregrinaciones por todo el mundo, “por ahora, mi salud no me permite viajar tanto”, dice. “Pero si visité sitios de peregrinación en Krakow (Polonia), el lugar de nacimiento de San Juan Pablo II”.
Dadas las décadas de servicio a la Iglesia del Obispo Luong a los refugiados de todas partes del mundo, las palabras que eligió para su escudo de armas lo dicen todo.
“Mi lema es: ‘Ustedes ya no soy ni extraños ni extranjeros’”, concluyó.