“Somos no en el Espíritu, somos uno en el Señor. Somos uno en el Espíritu, somos uno en el Señor. Y rezamos para que nuestra unidad sea restaurada algún día. Y sabrán que somos cristianos por nuestro amor, por nuestro amor”.
Con una voz grave Thomas Awiapo canta y le sonríe a la vida e invita al numeroso público congregado en el auditorio de la Iglesia Santa Bárbara de Santa Ana a seguirle el ritmo.
“Sí, ellos sabrán que somos cristianos por nuestro amor. Trabajaremos entre nosotros, trabajaremos juntos”, continúa. “Trabajaremos entre nosotros, trabajaremos juntos. Y velaremos por la dignidad de cada hombre y salvaremos el orgullo de cada hombre”.
Thomas es feliz. Su alegría es contagiosa. Es el emblema visible de la solidaridad en los Servicios de Auxilio Católico (Catholic Relief Services/CRS), la agencia internacional fundada en 1943 por la comunidad católica de Estados Unidos para ayudar a aliviar el hambre en el mundo.
Sin embargo, Thomas Awiapo cuenta una historia verdaderamente inspiradora de supervivencia. Mientras crecía en la pequeña aldea de Wiaga, en su natal Ghana, quedó huérfano a los 10 años. Su padre Awiapo y su madre Apotoak murieron jóvenes.
Él era el segundo de cuatro hermanos. El mayor de ellos, John, abandonó la aldea con rumbo desconocido.
“Nunca supe más de él”, dice. “Lo busqué por 40 años y no he sabido nada de él”.
Los dos hermanos menores, Kwame y Adeymura fallecieron de desnutrición y falta de cuidado.
Thomas llora. No esconde el dolor tan profundo que lleva en el alma.
“Yo vi morir a mis hermanos en mis brazos; yo pensaba que estaban dormidos por el hambre”, recuerda. “Pero no… ellos estaban muertos. Y me sentí culpable por no haber podido salvarlos”.
Su búsqueda de comida lo llevó a una escuela primaria, donde se le daba una pequeña ración todos los días.
“Odiaba ir a la escuela, pero si no iba no me daban el plato de arroz”, dice.
Thomas sobrevivió, estudió y finalmente ganó becas para asistir a la universidad. Más tarde obtuvo una maestría en administración por la Universidad Estatal de California.
“En esencia, el Plato de Arroz de CRS me ayudó a ir a la escuela; y más que un platillo de arroz fue un evangelio de amor que me cambió la vida y le dio esperanza a mi pueblo”, dice.
De vez en cuando, Thomas no iba a clases, aunque sabía que necesitaba estar allí si quería comer un poco.
Después vino su bautizo y confirmación. Escogió como su santo a Thomas Moore. ¿La razón? La palabra “more” en inglés significa “más” en castellano. Y él quería más comida para no morir como sus hermanos.
Ghana, su país ha logrado el reconocimiento de la comunidad internacional como un líder democrático y económico en África, pero la pobreza generalizada todavía existe fuera de lo común.
Por ello, Thomas apela a la generosidad del pueblo católico con CRS para combatir la pobreza con un enfoque holístico, que incluye proyectos que mejoran la salud infantil y materna, aumentar el acceso al agua potable y el saneamiento, aumentar la producción agrícola y mejorar los ahorros y préstamos a nivel comunitario.
“En mi pueblito no había hospitales…nada…Dios me dio a dos padres maravillosos pero no tuve la oportunidad de crecer con mi mamá y mi papá y los extraño muchísimo”, menciona. “Es muy difícil olvidar y aunque ya soy adulto”.
“Mi niña siempre me mira a los ojos y me pregunta por sus abuelos ¿Dónde están tus padres?; yo la distraigo y no quiero responderle, y cuando lo hago, me hace llorar”, revela. “Un día le expliqué y ella lloró mucho y le dije “Lo siento”; ¿Pero no tienes ni una foto de ellos? Cuando me di cuenta de que no tenía ni una fotografía mi dolor creció más y más…compartir estas experiencias es muy doloroso”.
Thomas está casado con Felicia Awiapo y es padre de los pequeños Loretta, Kelvin, Melvin y Lindy.
“Mi vida no fue la misma con aquel pequeño refrigerio y esa comida caliente del Plato de Arroz”, afirma.