Local

UNA MADRE EJEMPLAR INTERPRETA A LA VIRGEN

CINCO AÑOS CONSECUTIVOS, NORMA AMADOR DE RAMÍREZ DA VIDA AL PERSONAJE DE LA MADRE DE DIOS EN UNA OBRA TEATRAL

By JORGE LUIS MACÍAS     6/27/2019

Quizás muchos conocen a la señora Norma Amador de Ramírez, en la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Santa Ana.

Sin embargo, pocos quizás sepan que ella es la mujer que toma el papel protagónico en la obra teatral “Cristo Vive”.

“Han sido ya cinco años en que he hecho el papel de María Santísima”, dice Norma, una mujer de 56 años de edad, oriunda de San Martín, Jalisco. “Es un compromiso muy grande y un reto enorme”.

Desde el comienzo de la puesta en escena, “María” (Norma Amador) y su hijo “Jesús” (Keven Ramírez) aparecen en las Bodas de Caná (Juan 2, 1-11)

Curiosamente, las palabras que la Virgen María (Norma) dirige a los sirvientes en la fiesta: “Hagan lo que él les diga” son las últimas palabras que de ella se reportan en los Evangelios. Es la herencia de la Madre de Dios a sus hijos.

“He cambado mucho; soy más tolerante”, dice Norma. “Como la palabra de Dios dice, hay que amar todo el tiempo y si no tengo amor, no me sirve de nada”: (1 Corintios 13,3,).

En la segunda escena, Norma y Keven sostienen un diálogo de amor. De madre a hijo. De hijo a madre,  en donde él se despide de ella para ir a entregarse a sí mismo como rescate por todos y cumplir con la voluntad de Dios: que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.

Madre de tres hijos: Yesenia, Mariella y Jaime, Norma comenta a OC Catholic que emigró a Estados Unidos a los 28 años de edad y fue propietaria de un salón de cosmetología.

En su papel de la “Virgen”, Norma no solamente requiere de cambiar su forma de actuar, sino también como persona. Antes de hacerlo, se preparó teniendo semanas de vida de oración, ayuno y penitencia.

“Amar y servir son las virtudes que más me enamoran de la Santísima Virgen”, dice Norma. “Su humildad es a la que yo aspiro en mi vida, en mi matrimonio, con mis hijos y todos los que me rodean; no lleno todas esas gracias, pero lo tomo como un caminar de todos los días”.

Norma vuelve a aparecer durante la séptima estación del Vía Crucis, cuando Keven es cargado con la cruz. Pilato lo había entregado para la crucifixión, llevando a hombros su propia cruz. (Juan 19: 16-17)

“Yo voy al encuentro de él y trato de consolarlo, pero los soldados romanos me apartan”, dice. “Yo tengo hijos y no quisiera que nunca alguien intentara separarme de ellos”.

Con la cruz sobre la espalda, Jesús (Keven Ramírez) emprende camino cuesta arriba hacia la tarima principal, en lo alto del Industry Hills Expo Center; el cuerpo de él ha sido flagelado y carga consigo el agobiante peso del pecado del mundo.

El momento cumbre de la presentación de Norma sucede durante la crucifixión. Ella llora verdaderamente con un llanto desgarrador. Es el dolor de una madre que ve a su hijo ensangrentado que exuda gotas de sangre por la salvación de las almas de todos los siglos.

“Esta escena me desgarra el alma, siento que el corazón se me parte en dos”, dice Norma. “A mi mente se me viene cada salivazo, cada mentira, cada latigazo que nosotros hacemos y cometemos cuando ofendemos a Cristo, quien, a pesar de nuestras faltas siempre nos tiene guardado un lugar especial en su corazón”.

Norma añade que la Virgen María, “es nuestra madre; le podemos pedirle que nos ayude a ser como ella, a amar con su amor infinito, a mirar a todo el mundo con ojos llenos de amor”.

Afirma que cuando le invitaron para hacer este papel, “le pedí a Dios que me  hiciera sentir un poco el dolor que ella sintió y me ayudara a saberla representar, porque esto para mí ha sido un verdadero alimento del alma”.

Mariella, su hija mayor dice que ella “es una buena madre; admiro en ella el perdón y la compasión; ella no puede estar enojada nunca, tiene un gran corazón y nos ha criado por el camino correcto, que es el camino de Dios”.

Yesenia afirma que su madre “es un ejemplo de vida al representar a la Virgen María y me siento orgullosa de ella”.

Jaime, el menor de los tres hermanos solamente se atreve a decir: “Mi madre es un santita; el personaje de María le queda muy bien porque transmite amor y pienso que así era la Virgen; sus lágrimas en la obra son reales porque ella siente que lo que paso Jesús se lo están haciendo a su propio hijo”.