Local

UNIDAD HACIA UN ENCUENTRO CON CRISTO

“NO PODEMOS SER VERDADEROS DISCÍPULOS DE CRISTO SI NO SOMOS MISIONEROS’, AFIRMA EL DIÁCONO GUILLERMO TORRES EN EL V SEMINARIO PARA LÍDERES CATÓLICOS HISPANOS

By JORGE LUIS MACÍAS     7/17/2017

En la narrativa de los dos discípulos que, en camino a Emaús (Lucas 24, 13-35) hablaban con tristeza e iban decepcionados porque Aquel que decían que era el Mesías había muerto, Jesús continuó su misión de formar discípulos como lo había hecho con los apóstoles.

En su reflexión “Pueblo Unido Caminando hacia tu Encuentro”, frente a centenares de asistentes al V Seminario para Líderes Católicos Hispanos, el diácono Guillermo Torres, director del Ministerio Hispano para la Diócesis de Orange afirmó que no se puede ser verdadero cristiano si no se es misionero.

De ese modo, Emaús no es un fin sino un punto de llegada donde la conversión y el encuentro personal con Cristo lleva a los discípulos a iniciar su labor profética de anunciar la “Buena Nueva” de la salvación.

“Cristo se encuentra con los primeros discípulos”, dijo. “Y los llamó para que estuvieran con Él y para enviarlos”.

Torres expresó que la vida pública de Cristo se abre con un encuentro y una invitación “vengan” (Juan 1: 39a) y se cierra con un mandato “vayan por todo el mundo” (Marcos 16:15).

Además, Jesús no abandona a sus discípulos misioneros, porque mientras los discípulos de Emaús conversaban y discutían, en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos.

Por ello, -afirmó – formar discípulos y misioneros, es el núcleo central de la evangelización de Jesucristo.

“No se puede ser verdadero discípulo sin ser misionero”, afirmó. “Ni se puede ser misionero si no arde en el corazón el amor del discípulo por su maestro”.

 

cinco pasos para ser discípulo misionero

Basado en el inciso 278 del Documento de Aparecida (Brasil), el conferencista citó los cinco aspectos de la formación de un discípulo misionero: El encuentro con Jesús vivo, la conversión, el discipulado, la comunión y la misión.

Añadió que, en la predicación de la Iglesia, el encuentro con el Señor y la consecuente conversión, se dio mediante el Kerigma, es decir, el anuncio gozoso de Cristo muerto y resucitado.

Explicó que el Encuentro con Jesucristo vivo se da en las Sagradas Escrituras, en la Liturgia, en el Sacramento de la Reconciliación, en la oración personal y comunitaria, en los pobres, en la familia cristiana, en la devoción a la Santísima Virgen María y a los santos, y en la piedad o religiosidad popular.

Asimismo, destacó que los “pobres”, tienen un lugar privilegiado de encuentro con Jesucristo.

“Muchas veces los pobres y humildes son un Evangelio viviente por el testimonio que dan de su fe, por su paciencia en las adversidades”, dijo.

Respecto de la Virgen María, subrayó que ella, como la discípula por excelencia de Dios, es a quien hemos de imitar en su fe, humildad y obediencia incondicional.

“En el misterio de la redención, el papel de María es llevarnos a Jesús”, expresó.

El segundo aspecto del proceso de formación cristiana es la conversión. Este encuentro, cuando es profundo implica un cambio radical de toda la vida y lleva a aceptar a Jesucristo como Camino, Verdad y Vida (Juan 4:6).
En relación al tercer punto, el diácono Torres mencionó que es “estar a los pies del Maestro Jesús y requiere una constante y activa participación en los Sacramentos, así como una catequesis permanente integral y sistemática”.

Ambas son necesarias para fortalecer la conversión inicial y ayudar a los convertidos a perseverar en el nuevo estilo de vida en Cristo.

La exigencia de comunión, como cuarto aspecto del discipulado radica en el misterio de Ia Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, a la que pertenecemos por el bautismo.

“El modo de vivir de los primeros cristianos es el camino a seguir”, añadió

“La Eucaristía nos une también íntimamente con los hermanos”, manifestó, “porque aun siendo muchos, somos un solo pan y un solo cuerpo, pues todos participamos de un solo pan” (1 Cor. 10, 13)”.

Ejemplificó que los lugares de comunión son: la parroquia, la familia, las comunidades religiosas, las pequeñas comunidades eclesiales, grupos de apostolado y movimientos laicales.

Finalmente, el conferencista subrayó que, en la misión: “Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos” (Mt. 28, 19), el Señor llamó a los suyos para que estuvieran con Él y para enviarlos.

Les prometió y envió al Espíritu Santo a fin de que pudieran ser testigos, comenzando por Jerusalén y hasta los últimos confines de la tierra (cf. Hechos 1, 7-8).

“No se puede ser verdadero discípulo de Cristo sin amarlo, estar entusiasmado con El y su mensaje y anunciarlo a los demás como el único Salvador. No se puede ser verdadero cristiano, es decir discípulo de Cristo, si no se es misionero”.