Con gran solemnidad y unidos, feligreses de la Iglesia Católica St. Columban de Garden Grove rezaron las 14 Estaciones de la Cruz y en las intenciones de sus oraciones estuvieron niños, adolescentes y adultos que han sido víctimas o que aún están sufriendo por la trata de personas.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito describe la trata de personas como la acción de captar, transportar, trasladar, acoger o recibir personas recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, rapto, fraude, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o la concepción y recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga una autoridad sobre otra con fines de explotación.
La explotación no se limita sólo a la prostitución u otras formas de explotación sexual, sino también a trabajos forzados, esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
En la Primera Estación, los fieles recordaron el beso traidor de Judas en Getsemaní.
“Uno de los doce discípulos, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes y les dijo: – ¿Cuánto me quieren dar, y yo les entrego a Jesús? Ellos le pagaron 30 monedas de plata. Y desde entonces Judas anduvo buscando el momento más oportuno para entregarles a Jesús…Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles: “Al que bese, ése es, arréstenlo” (Mt. 26: 14-16; 48)
Las personas que caen en las trampas de la trata humana, no lo hacen por elección personal. La verdad es que el tráfico de personas es una esclavitud moderna. Las invitaciones engañosas y los secuestros descarados que suceden, conducen a un camino de dolor – a un sendero que inicia con el beso de un traidor.
“Me vendieron por un fin de semana, timado y burlado. 30 monedas de plata fue mi precio. Aun hoy en día se puede comprar la vida de un inocente”, leyó Lourdes Bonner.
“Necesitamos aumentar la conciencia sobre el tráfico humano”, dijo Benardette Moran, de la congregación de las Hermanas de la Caridad, y autora de la idea para orar por víctimas y victimarios de la trata humana. “Cuando supe de este problema, tocó mi corazón profundamente y me siento devastada porque esto aún sigue”.
Durante las Estaciones de la Cruz, fueron relatadas en inglés, español y vietnamita historias verdaderas de personas que han sobrevivido experiencias de tráfico humano.
En California, las 10 ciudades principales para la Trata de Personas son Los Ángeles, Sacramento, Anaheim, Fresno, Santa Ana, San Diego, Long Beach, Fullerton, San Bernardino y Hawthorne.
El cuarto informe anual publicado por el Grupo de Trabajo sobre Tráfico de Humanos del Condado de Orange, -un esfuerzo de lucha contra la trata que involucró a decenas de departamentos de aplicación de la ley, organizaciones sin fines de lucro, agencias gubernamentales y organizaciones comunitarias- publicó su Informe Anual de Víctimas de Trata Humana. En 2015, en el Condado de Orange se registró un doble aumento respecto del año anterior.
El número total de víctimas de trata de personas atendidas en 2015 fue de 225: 203 mujeres, 19 hombres y 3 transgéneros. Un total de 177 fueron adultos, 48 menores y 63 extranjeros (61 adultos y 2 menores). Un total de 116 ciudadanos estadounidenses fueron traficados y 46 menores. Alrededor del 21 por ciento (47) de las 225 víctimas que recibieron servicios del grupo de trabajo el año pasado eran menores de 18 años.
“En 27 años de sacerdocio he podido comprobar en el Sacramento de la Confesión el poder de sanación de las víctimas de este problema”, dijo el padre Al Baca, párroco de St. Columban. “Algunas personas llegan con esperanza y encuentran paz en la Reconciliación con Dios”.
En la Estación 14, los participantes oraron por los momentos cuando Nuestro Señor Jesús fue sepultado y reflexionaron que la agonía de la que hablan las Escrituras continúa en la historia; en los manejos de los poderosos y sus manipulaciones de las víctimas. La degradación humana disfrazada de negocios y mercancía, continúa infligiendo dolor en los más vulnerables, los sin voz y los pobres. Pero el círculo se completa en la vida que la resurrección trae consigo, levantándose de las cenizas de la muerte.
El Viacrucis concluyó con una oración guiada por María Elena Perales, de Justicia Global del Sur de California en honor a Santa Josefina Bakhita, Santa Patrona de las personas traficadas o esclavizadas:
“Señor, abre nuestros oídos a los llantos de nuestras mujeres, hombres y niños a quienes se han negado sus derechos y dignidad, que han sido esclavizados por ganancia y uso de otros. Danos sabiduría para saber cómo mejor servir y danos poder para tomar acción y ser instrumentos de tu paz, para que termine la violencia y la explotación contra nuestras hermanas y hermanos. Consuela a todos los que han sido heridos por este crimen violento y abrázalos en su intento de encontrar sanación. Amén”.