La exhibición es magnífica. Contiene elementos culturales, religiosos e históricos respecto a la identidad de toda una nación, un continente y diversos países del mundo.
Se trata de una experiencia mística incomparable para quienes aman y veneran a la Santísima Virgen de Guadalupe, Patrona de México y Emperatriz de las Américas, y muy querida en Italia, Irlanda o Filipinas.
Desde el 8 de octubre al 29 de enero de 2017, en el Museo Bowers de Santa Ana se efectúa la muestra de 60 pinturas, esculturas, grabados en plata, textiles y otros objetos devocionales de la época virreinal en México, relacionados con la “Morenita del Tepeyac”, patrona de la Diócesis de Orange.
“Cuando fui estudiante en Roma, hace 35 años, su imagen ya estaba presente en mi vida”, dijo el Rvdmo. Kevin W. Vann, Obispo de Orange durante la inauguración. “En nuestra capilla de Roma, donde yo rezaba ella estaba ahí”.
La exhibición llamada “La Virgen de Guadalupe: Imágenes en el México Colonial” está ensamblada con obras de los lugares religiosos y museos más importantes de México, el centro para las devociones religiosas y veneración artística de la Virgen de Guadalupe.
“Cuando estuve con los hispanos en Illinois ellos me contaron la historia [de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, en 12 de diciembre de 1531, en el Cerro del Tepeyac]”, dijo el Obispo. “Muchas veces siento su presencia, su protección, sus oraciones y su amor en mi vida”.
De acuerdo con la tradición católica, la Virgen de Guadalupe se apareció a Juan Diego, un hombre indígena en el Cerro del Tepeyac, al norte de la ciudad de México.
La Madre del Cielo pidió a Juan Diego que fuera y avisara a Fray Juan de Zumárraga, primer Obispo de México, que ella quería que se le construyera un templo donde la gente pudiera venerarla.
Tras la incredulidad del religioso y después de tres apariciones, la Virgen pidió al indio que recogiera rosas de castilla en la colina del Tepeyac. Juan Diego las depositó en su tilma, y al desplegarla frente al Obispo, las rosas cayeron al piso y sucedió el milagro: ¡la imagen de la Virgen estaba estampada en el ayate!
arte y pinturas de los siglos xvi y xvii
Entre las reliquias sagradas que están en exhibición se encuentra un relicario que contienen un pedazo de la tilma. Este fragmento significativo y sagrado. Está contenido en una exquisita pintura de José de Ibarra, que data de 1737 y muestra a Juan Diego y la Virgen. De Ibarra fue y es hasta nuestros días una de las estrellas del arte virreinal.
“El relicario fue creado en celebración de la declaración de la Virgen como patrona del territorio de la Nueva España; es cuando Juan Diego muestra las rosas de castilla y descubre el ayate”, dijo la curadora Mayela Flores. “En esta pintura, el autor nos invita a tener una relación de tipo escultórico con ella y el público requiere de interactuar con la pieza para poder apreciarla en su justa medida”.
En el lado opuesto del enorme relicario, realizado en óleo sobre tela, se muestra la aparición milagrosa, pero con mucho ingenio y agudeza, el pintor sustituyó en la composición de su obra al Obispo Fray Juan de Zumárraga por el espectador.
“Es en ese momento cuando nosotros podemos tomar el lugar del Obispo para ser testigos de la milagrosa aparición de la Virgen en la tilma de Juan Diego”, explicó la licenciada en Historia del Arte en la Universidad Iberoamericana y maestra en la misma disciplina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La exhibición incluye trabajos que nunca antes han sido presentados juntos, la mayoría están en Estados Unidos por primera vez. Los primeros 15 prestadores incluyen al Museo Franz Mayer, Museo Nacional de Arte, Museo Soumaya, Colección Pérez Simón y la Diócesis de Orange.
La pieza facilitada por la Diócesis de Orange también es de factura novohispana. Está atribuida a Nicolás Rodríguez Juárez (1667-1734), destacado artista de un pincel elevado en la época virreinal.
La Virgen de Guadalupe se presenta en tamaño natural y se encuentra rodeada de sus cuatro apariciones al ahora santo, San Juan Diego.
La imagen está representada por los cuatro baluartes de la ciudad de México, en aquella época: cuatro vírgenes que protegían cada uno de los puntos cardinales de cualquier mal o ataque: al norte se ve la Villa de Guadalupe que era protegida por la Virgen de Guadalupe; al sur está la Virgen de la Piedad; al este la Virgen de la Bala, -que se encontraba en San Lázaro- y al oeste la conquistadora, que era la Virgen de los Remedios.
“Estas vírgenes eran los bastiones que protegían la ciudad de México”, dijo Mayela Flores. “Pero se dice que, entre ellas, la que reinaba justamente era la Guadalupana”.
La exhibición de arte, dijo el Obispo Vann es una señal de esperanza y amor de Dios por nosotros.
“El amor de la santísima virgen, igual que el de su hijo Jesús es por todo el mundo…cierto, ella es de los mexicanos, pero también de nosotros, porque sabemos que el amor de una madre es muy especial”, expresó. “Para mí es una devoción muy personal, ¡Porque también tengo las famosas botas de la Virgen”!
Otras obras importantes de la exposición se componen de un exvoto raro del Siglo XVIII u ofrenda votiva, hecho en dedicación a la Virgen de Guadalupe, una pintura por el reconocido pintor mexicano José de Páez que representa a la Virgen y su aparición a Juan Diego, objetos devocionales de plata, y obras que ilustran la creciente importancia de la Virgen como símbolo de la identidad mexicana.