“El número 40 se encuentra en las Sagradas Escrituras y es realmente un número sagrado de travesía y peregrinación para el pueblo santo de Dios: 40 años a la Tierra Prometida, y 40 días y 40 noches del Señor en el desierto, por ejemplo”.
Así describe el obispo Kevin Vann, obispo de la Diócesis de Orange, que se estableció hace 40 años. Una de las más grandes del país, con más de 1.3 millones de miembros, la diócesis ha experimentado muchos cambios a través de los años.
La historia nos ha demostrado que la única constante en la vida es el cambio. Si observamos la historia de la diócesis, debemos entender que cada era, así como cada día, ofrece un nuevo comienzo, con nuevos sueños, esperanzas y desafíos.
una nueva misión
Un repaso a las cuatro décadas de la diócesis no estaría completo sin explorar brevemente una de las primeras misiones en California: Cómo se enfrentó a los desafíos, se expandió y, finalmente, logró sus objetivos.
Una de las fuerzas impulsoras detrás de la introducción del catolicismo a California fue San Junípero Serra, un sacerdote y fraile de la Orden Franciscana.
“Los misioneros franciscanos emplearon nuevas ‘técnicas’ de catequismo para invitar a los pueblos nativos al camino del cristianismo”, explica el reverendo monseñor Arthur Holquin, vicario episcopal de la adoración divina de la diócesis y pastor emérito de la Misión de San Juan Capistrano. “Ellos fueron receptivos al estilo de vida franciscano”.
El 30 de octubre de 1775, fray Fermín Lasuen, a instancias del fray Serra, sonó las campanas en la nueva misión con el nombre de San Juan Capistrano. Sin embargo, “la misión fue abandonada a causa de un ataque de los nativos de la misión de San Diego”, indicó el padre Bill Krekelberg, historiador emérito de la Misión de San Juan Capistrano. “Los soldados de la guardia tuvieron que salir en busca de refuerzos en su sede, en San Diego. Sin la protección militar, los habitantes de la Misión de San Juan Capistrano se vieron obligados a abandonar el lugar”.
La misión se reabrió oficialmente al año siguiente, el 1.º de noviembre, el Día de Todos los Santos. Pronto se convirtió en una comunidad próspera. En 1800, más de 2,000 personas habían sido bautizados allí.
Después de que México obtuvo su independencia de España en 1822, los terrenos alrededor de la misión se dividieron y se les entregó a los nativos. Pocos días después que terminó la Guerra Civil, sin embargo, el presidente Lincoln firmó un documento que regresó la misión a la Iglesia Católica. Hoy en día, este documento se encuentra en la misión —en el campanario de la iglesia parroquial, explicó el padre Bill.
California se convirtió en un nuevo estado de los Estados Unidos en 1848, y el frenesí por la fiebre del oro llegó a partes del estado el año siguiente. Gran parte de California había sido dividida en enormes ranchos propiedad de un número de familias ricas. “Las familias ricas de los ranchos tomaron en serio la fe, y ayudaron a asegurar la expansión de la fe en California”, dice monseñor Holquin.
Sin embargo, una sequía devastadora en 1863 y 1864 provocó el colapso de los ranchos “y la eventual afluencia de las constructoras, quienes fundaron ciudades nuevas por todo el sur de California. Entre 1857 y 1872, se fundaron Anaheim, Tustin, Orange y Westminster; seguidas de Garden Grove, Buena Park y varias otras. En 1899, estos pueblos se unieron para convertirse en un condado con el nombre de una fruta cítrica dulce que ayudó a cultivar la economía local.
una nueva proliferación
El condado de Orange creció rápidamente durante la explosión demográfica de la posguerra en los años 40 y 50. Se fundaron muchas parroquias nuevas.
“Disneyland llegó al condado en 1955, y eso inició mucha construcción aquí”, dijo Shirl Giacomi, la canciller de la Diócesis de Orange. “Surgieron muchas iglesias y escuelas”.
Más tarde, ese mismo año, el Dr. Robert Schuller inició la construcción de la iglesia Garden Grove Community Chruch, la primera iglesia con ventanilla de servicio.
“De niño, recuero lo sorprendidos que estábamos cuando el Dr. Schuller construyó su primera iglesia… que ahora se llama ‘Arboretum’, el edificio que se utiliza actualmente como espacio para el culto”, dice el padre Christopher Smith, rector y vicario episcopal de la Catedral de Cristo. “Incluso como adolescentes, nos sentimos orgullosos de presenciar el comienzo de la iglesia del Dr. Schuller, desde el privilegiado punto de vista de la huerta de mis abuelos, que estaba justo al lado. Quién me hubiera dicho que algún día estaría celebrando misa aquí”.
Durante la época de la posguerra, los católicos en el condado de Orange fundaron 29 escuelas en solo dos décadas. Mientras tanto, la Arquidiócesis de Los Ángeles hacía un esfuerzo concertado de expansión. “La adquisición agresiva de terrenos para futuras parroquias era la prioridad”, señala monseñor Holquin.
La Arquidiócesis finalmente fue demasiado grande. “No se podía administrar”, dice la canciller Giacomi. “Sus límites llegaban hasta San Diego”.
Además, la población del condado de Orange aumentó a más de 700,000 en la década de 1960. Los líderes visionarios de la iglesia notaron el auge de la población y sabían que el liderazgo centralizado localmente sería mejor para las parroquias del condado y para la comunidad católica en su conjunto.
“Tuvimos un crecimiento exponencial, y uno de nuestros retos fue llegar a todas las personas nuevas del área”, dijo el reverendísimo Tod D. Brown, obispo emérito y el tercer obispo de Orange. “Parte de eso incluía contar con un número suficiente de personal del clero”.
“Algunas de las preguntas claves necesitaban una respuesta”, dijo sor Katherine (Kit) Gray, directora de integración de la misión y formación permanente en la Catedral de Cristo. “¿Cuáles eran las necesidades ministeriales y pastorales de la comunidad? ¿Eran necesarias más parroquias? ¿Más escuelas? ¿Dónde debían ser situadas? Realmente se trataba de las necesidades de la gente”.
Lo que necesitaban era primordialmente su propio hogar.
una nueva diócesis
Para satisfacer una necesidad crítica, el papa Pablo VI comisionó la creación de la Diócesis de Orange el 30 de marzo de 1976. El obispo William Johnson pronto se instaló como el primer obispo de la nueva diócesis.
“El obispo Johnson ayudó a todos a formar una identidad como una nueva diócesis”, dice sor Kit. “Él realmente marcó la pauta, y ese tono era bastante pastoral”.
“Una de las primeras cosas que hizo fue comprometerse a visitar las parroquias existentes y llevar a cabo ‘sesiones para escuchar’ al liderazgo de las parroquias para que ayudaran a determinar las prioridades de la nueva diócesis”, dijo monseñor Holquin. “De estas sesiones salió el compromiso de que cada una de las parroquias necesitaban colocar la creación de un ministerio juvenil como una prioridad. Y se dio cuenta que la adquisición de terrenos para parroquias futuras sería muy importante”.
La primera Oficina de Servicios Pastorales se abrió el 13 de septiembre de 1976. El obispo Johnson pronto organizó a los primeros diáconos permanentes de la diócesis y abrió nuevas oficinas de Servicios Sociales Católicos. Al mismo tiempo, el condado de Orange y la comunidad católica siguieron floreciendo.
El obispo Johnson falleció el 28 de julio de 1986. “Fue una tristeza que estuviera en el puesto por un tiempo tan corto”, dijo sor Kit. “El que él haya sido nombrado obispo fue motivo de mucha alegría. Era un hombre muy respetado”.
El obispo Norman McFarland, nativo de California, lo sucedió el 24 de febrero de 1987.
“Mientras que el obispo Johnson lideró la fase inicial de la diócesis, de muchas maneras el obispo McFarland lideró la fase de estabilización”, dijo sor Kit.
“Él brindó un sentido agudo de gestión fiscal a nuestra diócesis ‘adolescente’”, dijo monseñor Holquin. “La construcción de las parroquias, el uso sensato de los servicios diocesanos durante la expansión y la formación permanente de los futuros clérigos y laicos requería la administración cuidadosa y prudente de los recursos fiscales”.
Consciente de la creciente diversidad en el condado, en particular una afluencia de feligreses vietnamitas, el obispo McFarland presidió la inauguración de las obras del Centro Católico Vietnamita, en Santa Ana, el 26 de septiembre de 1992. Cuatro años más tarde, celebró su jubileo de oro —25 años como obispo y 50 como sacerdote— con una ceremonia a la que asistieron 40 obispos y más de 200 sacerdotes. El 20.º aniversario de la diócesis se celebró en el mismo día en 1996.
El papa Juan Pablo II nombró al obispo Tod Brown como el tercer obispo de Orange el 30 de junio de 1998, tras la jubilación del obispo McFarland. El obispo Brown tomó su puesto el 3 de septiembre.
El obispo Brown lideró a la diócesis, como explica monseñor Holquin, “durante la peor crisis de la iglesia desde la Reforma: la crisis de abusos sexuales. Él se comprometió a hacer todo lo posible para la sanación de una manera justa y honesta”.
“Él instituyó medidas para un ambiente seguro y abrió una oficina que se centraba en eso”, dijo la canciller de la diócesis, Shril Giacomi. “También escribió la Alianza de los Fieles”.
Este documento, creado en el 2004, se comprometió a corregir los problemas de abuso y a ayudar a las víctimas de abuso”.
“Si bien estos desafíos consumieron mucho del tiempo y energía del obispo Brown, debe de ser recordado por su gran amor por la comunidad vietnamita y el fomento de un increíble crecimiento de las vocaciones al sacerdocio en esa comunidad, dentro de nuestra iglesia local”, señaló monseñor Holquin.
El papa reconoció esto con el nombramiento del primer obispo auxiliar vietnamita en los EE. UU., el obispo Dominic Luong.
El obispo Brown designó a Sor Katherine Gray como la primera canciller de la diócesis. Dos años más tarde, Shirl Giacomi, una mujer laica y casada, fue nombrada para la misma posición.
“El obispo Brown quería una mujer en su personal ejecutivo, y eso dice mucho de él”, dice la canciller Giacomi.
Además, se conectó con otras comunidades de fe. “Él realmente hizo hincapié en la importancia de las relaciones ecuménicas e interreligiosas, lo que permitió a nuestra comunidad católica el llegar a la comunidad en general”, dijo sor Kit.
El obispo Brown y los líderes de las otras diócesis se dieron cuenta de que, como la Arquidiócesis de Los Ángeles había crecido demasiado para ser administrada de manera eficiente, la Diócesis de Orange había crecido demasiado para su catedral. La decisión que tomó para hacer frente a este problema, señala monseñor Holquin, “es uno de sus más grandes y duraderos legados”.
una nueva catedral
Para el año 2002, la diócesis había superado con creces a la Catedral de la Sagrada Familia en Orange. La propiedad fue adquirida y bendecida en Santa Ana, y se hicieron planes para la nueva Catedral de Cristo Nuestro Salvador.
Sin embargo, en el verano del 2011 hubo un giro imprevisto de acontecimientos, cuando la Catedral de Cristal del Dr. Schuller, de renombre mundial y que había dedicado en 1981, se declaró en quiebra. La propiedad se puso a la venta.
La diócesis pronto presento una oferta por $50 millones.
“La Universidad Chapman fue el mejor postor”, dijo la canciller Giacomi, “pero el Dr. Schuller quería vender la propiedad a la iglesia. Él quería que las instalaciones fueran, como él dijo, ‘para Cristo por siempre’. Eso se convirtió en el nombre de la campaña de capital”.
Después de que la venta se finalizó en $57.5 millones, la diócesis tenía un nuevo y glorioso hogar —y un nuevo y laborioso desafío.
“Tuvimos que mudar a comunidades enteras aquí”, dijo sor Kit. “San Calixto se trasladó aquí. Las oficinas administrativas estaban en Marywood, apoyando al obispo y muchos otros. Todo el mundo allí se trasladó a la nueva sede. Fue una empresa enorme. Tuvimos que encontrar la manera de compartir el nuevo espacio con una parroquia vibrante en el mismo lugar”.
Con una abundancia de capacidad intelectual, paciencia, el trabajo en equipo y la fe, la transición masiva se llevó a cabo con éxito. El nuevo hogar de la diócesis fue nombrado la Catedral de Cristo. Un enorme proyecto de renovación de las instalaciones comenzó el 4 de febrero de 2013, apenas dos meses después de que el obispo Kevin Vann fuera nombrado como el cuarto obispo de Orange.
“Dios providencialmente envía ‘al obispo correcto en el momento correcto’ para nuestra diócesis”, dijo monseñor Holquin. “El obispo Vann ha tomado con entusiasmo el reto de concretar el sueño del obispo Brown de una catedral digna para la diócesis dentro del campus en pleno funcionamiento de la Catedral de Cristo”.
Además, “él continúa con el esfuerzo de establecer buenas relaciones ecuménicas e interreligiosas con otras iglesias cristianas y otras comunidades de fe”, dice el obispo Brown.
Mientras que la población del condado de Orange se ha duplicado desde el año 1976, la población católica ha aumentado de 333,000 a 1.3 millones. Las espectaculares instalaciones de la Catedral de Cristo, aunque todavía en proceso de renovación, es hoy en día el hogar para fieles de todo el sur de California —y visitantes de todo el mundo— que se reúnen para adorar y servir a Dios. Y, el 23 de septiembre de 2015, el papa Francisco canonizó a San Junípero Serra, el hombre que, más que nadie, trajo el catolicismo al estado dorado.
Hoy en día, el estilo de vida espiritual de los monjes franciscanos, que llegaron a esta región hace más de dos siglos, florece en formas que nunca podrían haberse imaginado. Incluso los cambios que han tenido lugar en solo cuatro décadas han sido nada menos que alucinantes.
“Nadie al inicio de la diócesis en 1976 tenía la menor idea cómo se vería hoy día”, dije fray Krekelberg. “El padre Serra, en 1776, tendría dificultades para reconocer el mundo de ahora, pero ciertamente reconocería la naturaleza humana. Y la naturaleza humana no cambia”.
“No se trata de vivir en el pasado, pero paso a paso cambiar de lo que hemos hecho hacia el futuro”, dice sor Kit. “Ese futuro tiene un enfoque en Jesucristo y en la misión que Jesús dejó a la Iglesia: Ser su presencia en el mundo”.
Con este enfoque singular y dedicado detrás de cada plan, oración y acción en la Diócesis de Orange, cada nuevo día ofrecerá la misma promesa brillante durante muchos, muchos años por venir.
Un nuevo comienzo.